Hermann Hesse



SERVICIO

Al comienzo reinaron príncipes piadosos 
para consagrar el campo, el grano y el arado, 
el derecho del hombre y la medida 
para la raza mortal que tiene sed
  
de la justicia, por el Invisible
que sol y luna en su girar conserva
y cuya luz eternamente bella
  no conoce del mondo el dolor y la muerte.
  
Hace mucho esta estirpe hija de Dios 
pereció dejando a la humanidad tan sola 
en vértigo de dolor y placer y duda, 
eterno devenir sin pausa ni hermosura.
     
Nunca murió la idea de aquella vida 
y en nuestra decadencia nos compete 
con signos de juego, símbolos y cantos 
seguir guardando norma del respeto santo.

Tal vez un día la tiniebla se pierda,
tal vez un día los tiempos se repitan
y el sol como Dios otra vez nos gobierne
y acepte sobre el ara nuestra ofrenda de amor.

Hermann Hesse

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