¡Vente, Veinte!




¡VENTE, VEINTE!

¡Vente Veinte sin rubor,
y que el pasado se lleve
a este 2019
dejando sólo su amor!
¡Y que todo se renueve!

¡Renovarse es Libertad!
¡Que se renueve mi gente,
tengan Feliz Navidad
y un Próspero 2020!

Jesús María Bustelo Acevedo

María Monvel



NO ENTENDIÓ

No entendió mi cariño,
que era un amor de madre
y era un amor de niño.

No entendió mi ambición,
que si le hurtaba el cuerpo,
le daba el corazón.

No entendió mi locura,
,que le abrasó las manos,
sedienta de ternura.

No entendió mi martirio:
buscar, buscar un alma
con singular delirio.

No comprendió mi amor,
diamante bien pulido
con llamas de dolor.

¡No me comprendió nunca!,
y así fue como entonces
quedó mi vida trunca...

Cuando busqué sus labios,
me mordieron sus dientes,
infiriéndome agravios.

Cuando busqué sus ojos,
me hirieron sus miradas
como dos dardos rojos.

Cuando busqué su pecho,
me asaltó su deseo
como huracán deshecho...

No me entendió... Partimos
por sendas diferentes
y... ¡ni adiós nos dijimos!

María Monvel

Antonio Mediz Bolio



A LAS MADRES

¡Madres de los héroes, madres de los mártires,
madres del soldado que cayó en campaña,
madres del que sueña con la gloria arisca,
madres del que busca paz sin encontrarla,
madres del vencido sin lauros, ni lucha,
madres del que vence con fortuna y fama!
¡Madres de mendigos y de paladines,
de triunfantes próceres y de oscuros parias!
¡Sean todas benditas en todas las lenguas
por todos los hombres de todas las razas!
¡Mater Admirabilis! ¡Santas Madres Nuestras!
¡Que nos dieron todo sin pedirnos nada!

Antonio Mediz Bolio

Enrique P. Maroni



MILAGROSAMENTE

No me mires nunca si me sabes muerto,
porque estoy cansado de la pena mía,
y al mirar sereno de tus ojos bellos,
¡milagrosamente resucitaría!...

No me beses nunca si me vieras muerto,
pues tu boca roja fue mi peor herida,
y si me besaras como yo te siento,
¡milagrosamente resucitaría!...

No me llores nunca cuando ya esté muerto,
porque estaré viendo cielos de armonía,
y si me lloraras de arrepentimiento,
¡milagrosamente resucitaría!...

No me llames nunca si me sabes muerto,
porque ya habré entrado a la postrer guardia,
y si tú me sueñas, por Dios lo presiento,
¡milagrosamente resucitaría!...

Nunca me recuerdes si me sabes muerto,
demasiado tiempo me quisiste un día…
Si me recordaras en tu pensamiento,
¡milagrosamente volveré a la vida!

Enrique Pedro Maroni

Susana March



EL HIJO

 ¿Quién eras antes, dime?
¿Un ángel? ¿Un príncipe de cuento?
¿Tal vez un dios? ¿O un pájaro?
¿O un álamo esbelto?

¿Quién eras? ¿Un claro arroyo
cruzando un verde bosque de abetos?
¿El capullo de un jardín? ¿Un pedazo de viento?
¿Quién eras antes, dime? ¿Por qué
diste a mi vida tanto deslumbramiento?

Me basta con tocarte
para que se me apacigüe el pensamiento.
Y me basta con verte
para sentirme a gusto con mi cuerpo.

¿Quién eras, dime? ¡Oh mago
de mi ser descontento!
Con tu varita mágica
me vas cambiando los sueños,
me vas cambiando la vida...
¡Ya no me quejo!


SUEÑOS

¡Ah, déjame que cante
para ti esa canción vaga y remota!
Yo nací con un verso clavado en mi costado,
por cuya herida mana mi sangre enfebrecida.
No tengo más que esta tristeza lírica
y esta pasión de ser... Desalentada,
soy como corza huyendo de la vida.
¿Serás tú el cazador que me derribe
mal herida, en los campos del deseo?
¿Será tu mocedad la que traduzca
la inquietud de mi carne enamorada?
¡Qué sola estoy sin ti! Sola y perdida
como un arcángel triste, desterrado,
que al pie de los celestes torreones
evoca su perdida aristocracia.
¿Por qué vacilo aún si estoy muriendo
por apagar mi sed en tu corriente?
Mi timidez me ciñe a la tortura
de soñarte hasta el éxtasis y, a veces,
-¡tanto te habré besado!- que despierto
con un sabor de estrellas en los labios.

Susana March

Dulce María Loynaz



CANTO A LA TIERRA
No, ya no tendré miedo a la Tierra, que es fuerte
y maternal; y habrá de acoger mi miseria
cuando tengan que echarme. No, ya no tendré miedo
de la Tierra más nunca. Cuando le pertenezca
he de identificarme con ella plenamente.
¡Cómo voy a sentir todas las primaveras
floreciendo en mí misma!… Con esta carne pálida
haré los lirios… ¡Y las rosas, y las fresas,
y los árboles grandes y potentes y rudos!… 

En abril, la frescura del agua en las primeras
lluvias me anegará corriéndome… Y el rayo
que el sol filtra en el surco se trenzará en mis venas.

¡Y empaparme en las savias calientes y profundas,
sentir en derredor la vibración intensa
de millones de vidas borboteando en silencio,
fundirme en ese vaho vital que me renueva,
sentir la sombra, el fango, el hervor, la humedad!...
La rabia de los gérmenes palpitando y las buenas
semillas que se rompen y se abren camino
a la luz. Y el afán, la obsesión de las viejas
raíces alargándose, buscándome, empujándome...
¡En tanto late y late mi corazón de Tierra!

Dulce María Loynaz

Alice Lardé de Venturino



CAMPESINA

Ahora soy la linda campesina salvaje
que vaga por la selva despreocupada y franca;
a mi paso armonioso, se estremece el ramaje,
y musita el sendero su plegaria más blanca.

Con la boca teñida del jugo de unas fresas,
la cabeza en desorden, y la falda prendida,
voy en medio del bosque apartando malezas
y absorbiendo la savia que renueva la vida.

Mis pupilas hoy tienen la luz iridiscente
que tienen las mañanas en plena primavera;
mi boca, jubilosa, sonríe alegremente,
y el alma con ternura, se me desborda entera ...

La tierra tiene un vago perfume de violeta,
y al sentir como emanan vigorosos efluvios,
enervado el espíritu de una dicha secreta,
me he tendido en el oro de los trigales rubios ...

Alice Lardé de Venturio

José María Blanco White



MYSTERIOUS NIGHT

¡Oh noche! cuando a Adán fue revelado
quién eras, y aun no vista, oyó nombrarte,
¿no temió que enlutase tu estandarte
el bello alcázar de zafir dorado?

Mas ya el celaje etéreo, blanqueado
del rayo occidental, Héspero parte:
su hueste por los cielos se reparte,
y el hombre nuevos mundos ve admirado.

¡Cuánta sombra en tus llamas ocultabas,
oh Sol! ¿quién acertara, cuando ostenta
la brizna más sutil tu luz mentida,

esos orbes sin fin que nos velabas? ...
¡Oh, mortal! y ¿el sepulcro te amedrenta?
Si engañó el Sol, ¿no engañará la vida? 

José María Blanco White (versión de Alberto Lista)

Modesto Parera



SÓLO TÚ

Llegaste un día sin saber ni cómo
con tu canción prendida a la garganta,
la instalaste en mi ser, y sobre el lomo
de mi prisión vivió cual tierna planta.

El aire desplazaba sus acentos
por los atajos donde el sol dormita:
las flautas, quejumbrosas, de los vientos
con su eco en tu voz se daban cita.

Solo tú, alma mía, solitaria,
caminabas inmune a la plegaria
que el monte y la llanura recitaban.

Solo tú, tan cercana y tan distante,
no aceptabas la fuerza del instante
que las cosas, gozosas, te brindaban.

Modesto Parera

Mary W. Shelley



Descansamos, y un sueño puede envenenar nuestro descanso.
Despertamos, y un pensamiento fugaz corrompe el día.
Sentimos, concebimos, razonamos;
reímos o lloramos, da igual:
pues ya sea el gozo o el dolor,
el sendero de su marcha aún está libre.
El ayer del hombre jamás será como el mañana.
¡Nada dura salvo la propia mutabilidad!

Mary W. Shelley

Francisco Caudet Yarza



EL NUEVO DÍA

Mirar un nuevo día
es volver a la vida,
es volver a nacer...
¡es llorar de alegría!
Y si nacemos por amor...
¿por qué no empezar amando
el nuevo día?
El amor, no lo dudes, es optimismo.
Es ese optimismo... ¡que tanto necesitas!
¿Verdad que te hace falta el optimismo?
¡Ahí lo tienes, al levantarte!
Está a tu alrededor...
Es ese que, al asomarte a la ventana,
por la mañana,
te hace comprender que todo...
es hermoso.
¡Y lo es, de veras, a poco que te empeñes!
La luz del sol, el aire, el azul del cielo, las flores,
tus hermanos...
Todo es hermoso.
¡Lo es, de veras, a poco que lo intentes!
Porque en el sol, el aire, el cielo, las flores
y en cada uno de tus hermanos...
está Él,
está Dios.
¿Y digo yo... qué más quieres?
¡Si te lo ha dado todo hecho!
¡Si te ha puesto en el camino!
¡Si te impulsa a correr en pos de la felicidad!
¡Pues corre, sé feliz!
¿Qué más quieres?

Mirar un nuevo día, pues...
es mirar a Dios, es mirarse en Él,
es verlo, es tenerlo...
¿Qué más quieres?
¡Pues corre, sé feliz!

Si así haces,
si así piensas,
si así lo entiendes...
¡sabrás que vivir es hermoso!
Lo que es más todavía....
¡sabrás que eres feliz!

Cuando salgas a la calle
impregnado de amor
y con enormes deseos
de hacer el bien,
de vivir con cristiana intensidad...
¡Verás como la vida misma te corresponde!
¿Cómo...?
¡Devolviéndote multiplicada la felicidad!
Verás como aquel que ayer juzgaste ruin,
no lo es.
Verás como hay amor...
Verás como está Dios...
Y es que para hallarlos, amigo,
basta únicamente con desear encontrarlos.
Deséalo en este amanecer, con toda la fuerza,
¡y verás como los hallas!.
¡y verás como eres feliz!

Si así haces
el optimismo renacerá en ti,
te sentirás diferente, nuevo...
y tendrás tantas ganas de vivir,
tanto hambre de amor y de Dios...
que difícilmente podrás saciarte.

Francisco Caudet Yarza

Wendell Berry



OSCURIDAD

Entrar en la oscuridad con una luz
sólo nos permite conocer la luz.
Para conocer la oscuridad
hay que ir a oscuras.
Ve sin ver y descubre que la oscuridad
también tiene flores y canta
y puede ser hollada
por oscuros pies y por alas oscuras.

Wendell Berry

Renia Spiegel



NOS FUIMOS DE LA CIUDAD...

Nos fuimos de la ciudad
como fugitivos:
solos, en la noche oscura y silenciosa.
Con el sonido de las casas al caer
nos dijo adiós la ciudad, la oscuridad sobre nosotros.
La misericordia de los buenos,
el abrazo de una madre en la distancia,
que ellos sean nuestra guía,
nuestro consuelo, nuestro auxilio.
Y así superaremos
las piedras del camino,
hasta que rompa el alba y salga el sol,
seremos fugitivos solitarios,
fugitivos por todos desertados.

Renia Spiegel

Walter Scott



HIMNO

Cuando Israel, por Dios amado,
pudo dejar su cautiverio,
Él fue su guía inexorable
entre las llamas y entre el humo.
Durante el día, de las tierras
se levantaba la humareda,
y por la noche enrojecían
los arenales del desierto.

Se alzaron himnos de alabanza,
que adufe y trompa respondían,
y las canciones de las vírgenes
con las de guerra se juntaban.
Al enemigo no amenaza
ningún milagro; ya Israel
camina sola, y nuestros padres
se han olvidado del Señor.

Aunque invisible, Él vive aún.
Cuando el gran día resplandezca,
para nosotros Dios será
protección contra el falso rayo.
Cuando la noche con sus sombras
cubra las sendas de Israel,
que el Señor sea con su amor
como una ardiente y pura luz.

Junto a Babel abandonamos
las bellas arpas, los tiranos,
la burla cruel de los gentiles.
Callan la trompa y los adufes,
los incensarios ya no humean.
El Señor dijo que no quiere
más sacrificio de animales,
sino un contrito corazón
y pensamientos elevados

Walter Scott

José Santos Chocano



¿QUIÉN SABE?

Indio que asomas a la puerta
de esa tu rústica mansión,
¿para mi sed no tienes agua?,
¿para mi frío, cobertor?,
¿parco maíz para mi hambre?,
¿para mi sueño, mal rincón?
¿breve quietud para mi andanza?...
– ¡Quién sabe, señor!

Indio que labras con fatiga
tierras que de otro dueño son:
¿ignoras tú que deben tuyas
ser, por tu sangre y tu sudor?
¿Ignoras tú que audaz codicia,
siglos atrás, te las quitó?
¿Ignoras tú que eres el amo?
– ¡Quién sabe, señor!

Indio de frente taciturna
y de pupilas sin fulgor,
¿qué pensamiento es el que escondes
en tu enigmática expresión?
¿Qué es lo que buscas en tu vida?,
¿qué es lo que imploras a tu Dios?,
¿qué es lo que sueña tu silencio?
– ¡Quién sabe, señor!

¡Oh raza antigua y misteriosa
de impenetrable corazón,
y que sin gozar ves la alegría
y sin sufrir ves el dolor;
eres augusta como el Ande,
el Grande Océano y el Sol!
Ese tu gesto, que parece
como de vil resignación,
es de una sabia indiferencia
y de un orgullo sin rencor...
Corre en mis venas sangre tuya,
y, por tal sangre, si mi Dios
me interrogase qué prefiero,
– cruz o laurel, espina o flor,
beso que apague mis suspiros
o hiel que colme mi canción –
responderíale dudando:
– ¡Quién sabe, Señor!

José Santos Chocano

Amado Nervo



CONTIGO

Espíritu que no hallas tu camino,
que hender quieres el cielo cristalino
y no sabes qué rumbo
has de seguir, y vas de tumbo en tumbo,
llevado por la fuerza del destino:


¡Detente! Pliega el ala voladora:
¡buscas la luz, y en ti llevas la aurora;
recorres un abismo y otro abismo
para encontrar al Dios que te enamora,
y a ese Dios tú lo llevas en ti mismo!


¡Y el agitado corazón latiendo,
en cada golpe te lo está diciendo,
y un misterioso instinto,
de tu alma en’ el obscuro laberinto,
te lo va noche a noche repitiendo!


…¡Mas tú sigues buscando lo que tienes!
Dios en ti, de tus ansias es testigo;
y, mientras pesaroso vas y vienes,
como el duende del cuento, Él va contigo.

Amado Nervo

Lao Tsé



EL CAMINO

Cuando el sabio oye hablar del Camino,
trata de vivir en armonía con él.
Cuando el hombre normal oye hablar del Camino,
sólo lo comprende en parte.
Cuando el loco estudia el Camino, 
se ríe de él a carcajadas.
Sin embargo, si el loco no se riera,
no sería el Camino.
Por tanto, si buscas el camino,
escucha la risa de los locos.

Lao Tsé

Sam Keen



PARA CREAR UN ENEMIGO

Para crear un enemigo
toma un lienzo en blanco
y esboza en él las figuras
de hombres, mujeres y niños.

Sumerge en la paleta inconsciente
de tu sombra enajenada
un gran pincel y emborrona a los extraños
con los turbios colores de la sombra.

Dibuja en el rostro de tu enemigo
la envidia, el odio y la crueldad
que no te atreves a admitir como propias.

Ensombrece todo asomo
de simpatía en sus rostros.

Borra cualquier indicio de los amores,
esperanzas y temores
que se constelan caleidoscópicamente
en torno al corazón de todo ser humano.

Deforma su sonrisa
hasta que adopte el aspecto tenebroso 
e una mueca de crueldad.

Arranca la piel de los huesos
hasta que asome
el esqueleto inerme de la muerte.

Exagera cada rasgo
hasta transformar a cada ser humano
en una bestia, una alimaña, un insecto.

Llena el fondo del cuadro
con todos los diablos, demonios y figuras malignas
que alimentan nuestras pesadillas ancestrales.

Cuando hayas terminado el retrato
de tu enemigo podrás matarlo y descuartizarlo
sin sentir vergüenza ni culpa alguna.

Porque entonces lo que destruirás
se habrá convertido en un enemigo de Dios
o en un obstáculo
para la sagrada dialéctica de la historia.

Sam Keen

Laudato Si



DE LA HERMANA Y MADRE TIERRA

Esta hermana que tenemos

como madre cada año
nos reclama por el daño
que el mal provecho le hacemos
cuando el pecado en extremo
explota el bien esencial
con ambición desleal
desperdiciando recursos
sin respetar el transcurso
de renovación vital.

No pensar en los demás,

qué indiferente querella,
son todos hijos de ella,
hermanos todos, y aún más:
hijos de un Padre veraz
que tanto en ella dispuso
para todos en buen uso
con ecuánime reparto,
no estos dolores de parto
que ella sufre por abusos.

Laudato Si 

Eduardo Marquina




SE PINTA EL MAR

La tierra es toda vida,
y el mar es todo amor.
En el mar hay escondida
una fuerza más grande que la vida:
la tierra es criatura, y el mar es creador.
Todo el mar es misterio resonante
y palabra inicial:
nada hay a espaldas de él, nada hay delante;
el mar es una eternidad constante
y un movimiento en lo inmortal.
Escapa al pertinaz conocimiento
y prolonga en fantasmas la visión;
el mar es elemento,
hermano del pensamiento
y lecho azul de la imaginación.
Las mujeres suspiran
cuando en la tarde miran
la gran fatiga, hecha pasión, del mar;
toda mujer quisiera,
en una noche encapotada y fiera,
estarse a solas abrazando al mar.
Los marineros de canosa frente,
estatuas que ha esculpido su garra omnipotente,
pasan como hombres tipos a la orilla del mar:
llevan en sus pupilas el misterio
y tienen un hablar de magisterio,
mamado en su nodriza, la recia tempestad.
A las mozas alegres de la costa,
cuando más lindas van, se les agosta
en sólo un día toda su beldad:
prometidas tal vez a un fiero esposo,
pierden en un abrazo misterioso,
como la tierra en junio, toda su majestad.
Los barrios, junto al mar, de pescadores,
son hornos de fantásticas mentiras,
cunas de unos deseos buscadores
que se echan a volar, emprendedores
renuevos de la tierra, en arriesgadas jiras.
Las noches, en las casas marineras,
vienen con aparatos de quimeras,
poniendo luces rojas en todas las ventanas;
detrás de los cristales arden unas pupilas,
espiando las sombras intranquilas
y en atisbo de barcas lejanas.
Entre las rocas de la costa alzada
se oye un extraño hablar, de madrugada,
de gentes que en la noche vigilaron;
las barcas, animadas de un deseo,
tienen un misterioso balanceo,
y nunca se están quietas en donde las dejaron.
Las casas de los pueblos marineros
abren todas al mar sus agujeros:
rejas y puertas y ventanas,
toda la vida, de la mar esperan;
al monte sólo irán cuando se mueran, 
al quieto cementerio de las tapias enanas.
¡Oh mar! ¡Oh extraño mar! ¡Oh gran misterio!
¡Oh! ¡No saben tus gentes el imperio
que ejerces en sus almas!
Tú has sabido, a través de las edades,
garantir con tus altas tempestades
la majestad suprema de tus calmas.
¡Santo mar, fuerza nueva, agua querida,
adobo espiritual de nuestra vida,
campo siempre fecundo a la mirada!
¡Sólo tú, cuando un ansia la enajena,
pones la gracia de una paz serena
en la pupila fácil de la Amada!

Eduardo Marquina

Walt Whitman



A AQUÉL QUE FUE CRUCIFICADO

Mi espíritu al tuyo, querido hermano,

No importa que muchos de los que pronuncian tu nombre no te entiendan.
Yo no pronuncio tu nombre, pero te entiendo.
Te señalo con alegría, oh compañero, para saludarte,
y para saludar a aquellos que estuvieron contigo, antes y después, y los que vendrán.
Todos los que trabajamos juntos transmitiendo la misma tarea y la misma herencia.
Unos pocos iguales, por encima de países y épocas,
Abarcamos todos los continentes, todas las castas, y aceptamos todas las teologías.
Compasivos, observadores, cerca de los hombres,
Caminamos en silencio entre discusiones y afirmaciones,
aunque sin rechazar a quienes discuten, ni nada de lo afirmado.
Oímos el griterío y el estruendo, divisiones, celos,
recriminaciones, nos llegan de todas partes.
Nos cercan imperiosamente para que nos rindamos, compañero.
Pero caminamos sueltos, libres, por toda la tierra,
viajando de un lado a otro, hasta que dejamos
nuestra marca imborrable en el tiempo y en las diversas eras.
Hasta que saturamos el tiempo y las eras,
para que los hombres y las mujeres de razas y edades futuras
puedan ser hermanos y amantes como nosotros somos.

Walt Whitman

Juan Carlos Aragón Becerra



Me recuerdas al fusil en la noche de Cuba,
al sol del malecón sonriendo,
a los pecados plurales de Plaza de Armas,
al bar de los trovadores,
a una novia desayunando huevos con mojito.
Oh tú mi libertad derretida en las manos
como una alud gigante y millonario,
tú me haces saber las verdades más impermeables
a golpe de grito, a golpe de risa, a golpe de amor,
derretida en las manos tanto que se me resbala.
Me recuerdas a la mañana en la madera de la guitarra,
al acantilado en el sol de la tarde,
al pecado venial de la noche interminable,
a la golondrina del pueblo,
a una novia nerviosa y única.
Oh tú mi libertad derretida en las sienes
como un alud gigante y guayabero,
hasta me haces sentir que el mundo no importa,
a golpe de canción, a golpe de palabra, a golpe de amor.
Derretida en las manos tanto que se pierde.
Me recuerdas a la guitarra en la mañana de la madera,
al sol de la tarde acantilada, 
al pecado interminable de la noche venial,
al pueblo de las golondrinas,
a una novia de temple blanco.
Oh tú mi libertad derretida en tu pecho,
como un alud gigante y chirigotero,
hasta me haces sentir que el mundo aún me importa,
a golpe de humor, a golpe de ironía, a golpe de deseo,
derretida en la historia tanto que se detiene.
Oh tú mi libertad derretida en la esperanza,
como un alud gigante y afinado.
No es que me importe el mundo,
pero suena mejor que antes de ayer.
A grito cambiado, a grito alterno, a grito de combate,
derretido en los astros de tu sonrisa.
Me recuerdas a la playa de Atlanterra,
a la cala de San Marcos,
a la colección de pecados más distinguida,
al bar del pueblo,
a tanto me recuerdas.

Juan Carlos Aragón Becerra

Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia



LARGO PEREGRINAR

 ¡Qué peregrinar más largo…!
¡Qué nostalgias por tu encuentro…!
¡Qué ansias por poseerte,
en este vivir muriendo,
en este clamar constante
por encontrarte en tu seno…!

 Parece que las entrañas
se me resecan, pidiendo
la llenura de mi vida
en tu Manantial eterno,
en la Luz de tu mirada,
en la hondura de tu Pecho.

 Yo necesito meterme
en tu divino Misterio,
en la profundidad honda
de tu infinito Cauterio,
y, en él, quedar sumergida,
cauterizada en su fuego.

 ¡Oh, qué urgencias por tenerte
en mis urgencias muriendo,
en mis nostalgias vividas,
en mi torturante anhelo,
para sentirme engolfada
ya para siempre en tu Seno…!

 Es mi vivir tan divino
y en tan terrible misterio,
que, si no vienes piadoso
y compasivo a mi encuentro,
de tanto y tanto tenerte,
en tu posesión me muero,
ante mi sed anhelante
por poseerte sin velos.

Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia