María Monvel



NO ENTENDIÓ

No entendió mi cariño,
que era un amor de madre
y era un amor de niño.

No entendió mi ambición,
que si le hurtaba el cuerpo,
le daba el corazón.

No entendió mi locura,
,que le abrasó las manos,
sedienta de ternura.

No entendió mi martirio:
buscar, buscar un alma
con singular delirio.

No comprendió mi amor,
diamante bien pulido
con llamas de dolor.

¡No me comprendió nunca!,
y así fue como entonces
quedó mi vida trunca...

Cuando busqué sus labios,
me mordieron sus dientes,
infiriéndome agravios.

Cuando busqué sus ojos,
me hirieron sus miradas
como dos dardos rojos.

Cuando busqué su pecho,
me asaltó su deseo
como huracán deshecho...

No me entendió... Partimos
por sendas diferentes
y... ¡ni adiós nos dijimos!

María Monvel

Antonio Mediz Bolio



A LAS MADRES

¡Madres de los héroes, madres de los mártires,
madres del soldado que cayó en campaña,
madres del que sueña con la gloria arisca,
madres del que busca paz sin encontrarla,
madres del vencido sin lauros, ni lucha,
madres del que vence con fortuna y fama!
¡Madres de mendigos y de paladines,
de triunfantes próceres y de oscuros parias!
¡Sean todas benditas en todas las lenguas
por todos los hombres de todas las razas!
¡Mater Admirabilis! ¡Santas Madres Nuestras!
¡Que nos dieron todo sin pedirnos nada!

Antonio Mediz Bolio

Enrique P. Maroni



MILAGROSAMENTE

No me mires nunca si me sabes muerto,
porque estoy cansado de la pena mía,
y al mirar sereno de tus ojos bellos,
¡milagrosamente resucitaría!...

No me beses nunca si me vieras muerto,
pues tu boca roja fue mi peor herida,
y si me besaras como yo te siento,
¡milagrosamente resucitaría!...

No me llores nunca cuando ya esté muerto,
porque estaré viendo cielos de armonía,
y si me lloraras de arrepentimiento,
¡milagrosamente resucitaría!...

No me llames nunca si me sabes muerto,
porque ya habré entrado a la postrer guardia,
y si tú me sueñas, por Dios lo presiento,
¡milagrosamente resucitaría!...

Nunca me recuerdes si me sabes muerto,
demasiado tiempo me quisiste un día…
Si me recordaras en tu pensamiento,
¡milagrosamente volveré a la vida!

Enrique Pedro Maroni

Susana March



EL HIJO

 ¿Quién eras antes, dime?
¿Un ángel? ¿Un príncipe de cuento?
¿Tal vez un dios? ¿O un pájaro?
¿O un álamo esbelto?

¿Quién eras? ¿Un claro arroyo
cruzando un verde bosque de abetos?
¿El capullo de un jardín? ¿Un pedazo de viento?
¿Quién eras antes, dime? ¿Por qué
diste a mi vida tanto deslumbramiento?

Me basta con tocarte
para que se me apacigüe el pensamiento.
Y me basta con verte
para sentirme a gusto con mi cuerpo.

¿Quién eras, dime? ¡Oh mago
de mi ser descontento!
Con tu varita mágica
me vas cambiando los sueños,
me vas cambiando la vida...
¡Ya no me quejo!


SUEÑOS

¡Ah, déjame que cante
para ti esa canción vaga y remota!
Yo nací con un verso clavado en mi costado,
por cuya herida mana mi sangre enfebrecida.
No tengo más que esta tristeza lírica
y esta pasión de ser... Desalentada,
soy como corza huyendo de la vida.
¿Serás tú el cazador que me derribe
mal herida, en los campos del deseo?
¿Será tu mocedad la que traduzca
la inquietud de mi carne enamorada?
¡Qué sola estoy sin ti! Sola y perdida
como un arcángel triste, desterrado,
que al pie de los celestes torreones
evoca su perdida aristocracia.
¿Por qué vacilo aún si estoy muriendo
por apagar mi sed en tu corriente?
Mi timidez me ciñe a la tortura
de soñarte hasta el éxtasis y, a veces,
-¡tanto te habré besado!- que despierto
con un sabor de estrellas en los labios.

Susana March

Dulce María Loynaz



CANTO A LA TIERRA
No, ya no tendré miedo a la Tierra, que es fuerte
y maternal; y habrá de acoger mi miseria
cuando tengan que echarme. No, ya no tendré miedo
de la Tierra más nunca. Cuando le pertenezca
he de identificarme con ella plenamente.
¡Cómo voy a sentir todas las primaveras
floreciendo en mí misma!… Con esta carne pálida
haré los lirios… ¡Y las rosas, y las fresas,
y los árboles grandes y potentes y rudos!… 

En abril, la frescura del agua en las primeras
lluvias me anegará corriéndome… Y el rayo
que el sol filtra en el surco se trenzará en mis venas.

¡Y empaparme en las savias calientes y profundas,
sentir en derredor la vibración intensa
de millones de vidas borboteando en silencio,
fundirme en ese vaho vital que me renueva,
sentir la sombra, el fango, el hervor, la humedad!...
La rabia de los gérmenes palpitando y las buenas
semillas que se rompen y se abren camino
a la luz. Y el afán, la obsesión de las viejas
raíces alargándose, buscándome, empujándome...
¡En tanto late y late mi corazón de Tierra!

Dulce María Loynaz

Alice Lardé de Venturino



CAMPESINA

Ahora soy la linda campesina salvaje
que vaga por la selva despreocupada y franca;
a mi paso armonioso, se estremece el ramaje,
y musita el sendero su plegaria más blanca.

Con la boca teñida del jugo de unas fresas,
la cabeza en desorden, y la falda prendida,
voy en medio del bosque apartando malezas
y absorbiendo la savia que renueva la vida.

Mis pupilas hoy tienen la luz iridiscente
que tienen las mañanas en plena primavera;
mi boca, jubilosa, sonríe alegremente,
y el alma con ternura, se me desborda entera ...

La tierra tiene un vago perfume de violeta,
y al sentir como emanan vigorosos efluvios,
enervado el espíritu de una dicha secreta,
me he tendido en el oro de los trigales rubios ...

Alice Lardé de Venturio