Francisco Caudet Yarza



EL NUEVO DÍA

Mirar un nuevo día
es volver a la vida,
es volver a nacer...
¡es llorar de alegría!
Y si nacemos por amor...
¿por qué no empezar amando
el nuevo día?
El amor, no lo dudes, es optimismo.
Es ese optimismo... ¡que tanto necesitas!
¿Verdad que te hace falta el optimismo?
¡Ahí lo tienes, al levantarte!
Está a tu alrededor...
Es ese que, al asomarte a la ventana,
por la mañana,
te hace comprender que todo...
es hermoso.
¡Y lo es, de veras, a poco que te empeñes!
La luz del sol, el aire, el azul del cielo, las flores,
tus hermanos...
Todo es hermoso.
¡Lo es, de veras, a poco que lo intentes!
Porque en el sol, el aire, el cielo, las flores
y en cada uno de tus hermanos...
está Él,
está Dios.
¿Y digo yo... qué más quieres?
¡Si te lo ha dado todo hecho!
¡Si te ha puesto en el camino!
¡Si te impulsa a correr en pos de la felicidad!
¡Pues corre, sé feliz!
¿Qué más quieres?

Mirar un nuevo día, pues...
es mirar a Dios, es mirarse en Él,
es verlo, es tenerlo...
¿Qué más quieres?
¡Pues corre, sé feliz!

Si así haces,
si así piensas,
si así lo entiendes...
¡sabrás que vivir es hermoso!
Lo que es más todavía....
¡sabrás que eres feliz!

Cuando salgas a la calle
impregnado de amor
y con enormes deseos
de hacer el bien,
de vivir con cristiana intensidad...
¡Verás como la vida misma te corresponde!
¿Cómo...?
¡Devolviéndote multiplicada la felicidad!
Verás como aquel que ayer juzgaste ruin,
no lo es.
Verás como hay amor...
Verás como está Dios...
Y es que para hallarlos, amigo,
basta únicamente con desear encontrarlos.
Deséalo en este amanecer, con toda la fuerza,
¡y verás como los hallas!.
¡y verás como eres feliz!

Si así haces
el optimismo renacerá en ti,
te sentirás diferente, nuevo...
y tendrás tantas ganas de vivir,
tanto hambre de amor y de Dios...
que difícilmente podrás saciarte.

Francisco Caudet Yarza

Wendell Berry



OSCURIDAD

Entrar en la oscuridad con una luz
sólo nos permite conocer la luz.
Para conocer la oscuridad
hay que ir a oscuras.
Ve sin ver y descubre que la oscuridad
también tiene flores y canta
y puede ser hollada
por oscuros pies y por alas oscuras.

Wendell Berry

Renia Spiegel



NOS FUIMOS DE LA CIUDAD...

Nos fuimos de la ciudad
como fugitivos:
solos, en la noche oscura y silenciosa.
Con el sonido de las casas al caer
nos dijo adiós la ciudad, la oscuridad sobre nosotros.
La misericordia de los buenos,
el abrazo de una madre en la distancia,
que ellos sean nuestra guía,
nuestro consuelo, nuestro auxilio.
Y así superaremos
las piedras del camino,
hasta que rompa el alba y salga el sol,
seremos fugitivos solitarios,
fugitivos por todos desertados.

Renia Spiegel

Walter Scott



HIMNO

Cuando Israel, por Dios amado,
pudo dejar su cautiverio,
Él fue su guía inexorable
entre las llamas y entre el humo.
Durante el día, de las tierras
se levantaba la humareda,
y por la noche enrojecían
los arenales del desierto.

Se alzaron himnos de alabanza,
que adufe y trompa respondían,
y las canciones de las vírgenes
con las de guerra se juntaban.
Al enemigo no amenaza
ningún milagro; ya Israel
camina sola, y nuestros padres
se han olvidado del Señor.

Aunque invisible, Él vive aún.
Cuando el gran día resplandezca,
para nosotros Dios será
protección contra el falso rayo.
Cuando la noche con sus sombras
cubra las sendas de Israel,
que el Señor sea con su amor
como una ardiente y pura luz.

Junto a Babel abandonamos
las bellas arpas, los tiranos,
la burla cruel de los gentiles.
Callan la trompa y los adufes,
los incensarios ya no humean.
El Señor dijo que no quiere
más sacrificio de animales,
sino un contrito corazón
y pensamientos elevados

Walter Scott

José Santos Chocano



¿QUIÉN SABE?

Indio que asomas a la puerta
de esa tu rústica mansión,
¿para mi sed no tienes agua?,
¿para mi frío, cobertor?,
¿parco maíz para mi hambre?,
¿para mi sueño, mal rincón?
¿breve quietud para mi andanza?...
– ¡Quién sabe, señor!

Indio que labras con fatiga
tierras que de otro dueño son:
¿ignoras tú que deben tuyas
ser, por tu sangre y tu sudor?
¿Ignoras tú que audaz codicia,
siglos atrás, te las quitó?
¿Ignoras tú que eres el amo?
– ¡Quién sabe, señor!

Indio de frente taciturna
y de pupilas sin fulgor,
¿qué pensamiento es el que escondes
en tu enigmática expresión?
¿Qué es lo que buscas en tu vida?,
¿qué es lo que imploras a tu Dios?,
¿qué es lo que sueña tu silencio?
– ¡Quién sabe, señor!

¡Oh raza antigua y misteriosa
de impenetrable corazón,
y que sin gozar ves la alegría
y sin sufrir ves el dolor;
eres augusta como el Ande,
el Grande Océano y el Sol!
Ese tu gesto, que parece
como de vil resignación,
es de una sabia indiferencia
y de un orgullo sin rencor...
Corre en mis venas sangre tuya,
y, por tal sangre, si mi Dios
me interrogase qué prefiero,
– cruz o laurel, espina o flor,
beso que apague mis suspiros
o hiel que colme mi canción –
responderíale dudando:
– ¡Quién sabe, Señor!

José Santos Chocano

Amado Nervo



CONTIGO

Espíritu que no hallas tu camino,
que hender quieres el cielo cristalino
y no sabes qué rumbo
has de seguir, y vas de tumbo en tumbo,
llevado por la fuerza del destino:


¡Detente! Pliega el ala voladora:
¡buscas la luz, y en ti llevas la aurora;
recorres un abismo y otro abismo
para encontrar al Dios que te enamora,
y a ese Dios tú lo llevas en ti mismo!


¡Y el agitado corazón latiendo,
en cada golpe te lo está diciendo,
y un misterioso instinto,
de tu alma en’ el obscuro laberinto,
te lo va noche a noche repitiendo!


…¡Mas tú sigues buscando lo que tienes!
Dios en ti, de tus ansias es testigo;
y, mientras pesaroso vas y vienes,
como el duende del cuento, Él va contigo.

Amado Nervo

Lao Tsé



EL CAMINO

Cuando el sabio oye hablar del Camino,
trata de vivir en armonía con él.
Cuando el hombre normal oye hablar del Camino,
sólo lo comprende en parte.
Cuando el loco estudia el Camino, 
se ríe de él a carcajadas.
Sin embargo, si el loco no se riera,
no sería el Camino.
Por tanto, si buscas el camino,
escucha la risa de los locos.

Lao Tsé

Sam Keen



PARA CREAR UN ENEMIGO

Para crear un enemigo
toma un lienzo en blanco
y esboza en él las figuras
de hombres, mujeres y niños.

Sumerge en la paleta inconsciente
de tu sombra enajenada
un gran pincel y emborrona a los extraños
con los turbios colores de la sombra.

Dibuja en el rostro de tu enemigo
la envidia, el odio y la crueldad
que no te atreves a admitir como propias.

Ensombrece todo asomo
de simpatía en sus rostros.

Borra cualquier indicio de los amores,
esperanzas y temores
que se constelan caleidoscópicamente
en torno al corazón de todo ser humano.

Deforma su sonrisa
hasta que adopte el aspecto tenebroso 
e una mueca de crueldad.

Arranca la piel de los huesos
hasta que asome
el esqueleto inerme de la muerte.

Exagera cada rasgo
hasta transformar a cada ser humano
en una bestia, una alimaña, un insecto.

Llena el fondo del cuadro
con todos los diablos, demonios y figuras malignas
que alimentan nuestras pesadillas ancestrales.

Cuando hayas terminado el retrato
de tu enemigo podrás matarlo y descuartizarlo
sin sentir vergüenza ni culpa alguna.

Porque entonces lo que destruirás
se habrá convertido en un enemigo de Dios
o en un obstáculo
para la sagrada dialéctica de la historia.

Sam Keen

Laudato Si



DE LA HERMANA Y MADRE TIERRA

Esta hermana que tenemos

como madre cada año
nos reclama por el daño
que el mal provecho le hacemos
cuando el pecado en extremo
explota el bien esencial
con ambición desleal
desperdiciando recursos
sin respetar el transcurso
de renovación vital.

No pensar en los demás,

qué indiferente querella,
son todos hijos de ella,
hermanos todos, y aún más:
hijos de un Padre veraz
que tanto en ella dispuso
para todos en buen uso
con ecuánime reparto,
no estos dolores de parto
que ella sufre por abusos.

Laudato Si