Cristina de Arteaga




INVERNAL

Solos por el parque,
por el parque viejo
que tenía un largo
cansancio de invierno;
tras de tantos años
volvimos a vernos.
yo llevaba el triste
corazón enfermo,
caía en el suyo
la niebla del tedio.
Cuan lejos las horas
vírgenes de duelos
en que nuestras vidas
eran como versos
que a veces rimaban
casi sin saberlo...
Me clavó sus ojos
como en otros tiempos,
mas nada me dijo
su turbado acento.
Yo cerraba el arca
de mis pensamientos
porque no rasgase
lo gris del silencio
que esfumaba un mudo
soñador arpegio...
Y con una angustia
despertaba en nuevo
pavoroso acorde
dentro de su pecho,
nos miramos como
se miran los ciegos...
¡Y nos separamos
para nunca vernos!

Cristina de Arteaga

Ernestina de Champourcín




SI DERRIBAS EL MURO

¡Si derribas el muro
qué gozo en todas partes!
¡Qué lazo de palabras
se sentirá en la Tierra!
Y todo será nuevo,
como recién nacido...
Si derribas el muro
de todas las mentiras,
¡qué júbilo de amor
abierto sobre el mundo!
¡Qué horizonte sin nubes
en la curva del Cielo!

Ernestina de Champourcín

Josefina de la Torre




TODOS LOS DÍAS

Todos los días
llama a mi puerta el desconsuelo…
Estoy vacía y su eco resuena
por todos los rincones de mi vida.
Se estremece mi sangre
que es un hilo de hielo
al faltarme el calor de tu presencia.
No comprendo el idioma del paisaje;
qué quiere decir “sol”,
“cielo azul”
“aire”.
No comprendo mi ritmo,
ni mi esencia,
ni por qué sigo andando,
respirando,
contemplando a la gente,
a los perros que pasan,
a los pájaros
que mi balcón visitan diariamente.
Ni por qué la mirada,
mis ojos,
abarcan el entorno que me envuelve.
Ya no comprendo nada.
El mundo se me ha vuelto
un compañero extraño
que camina a mi lado
y no conozco.
¿Qué quiere decir “vida”?
Ya no encuentro
aquel sabor que un tiempo me dejara.
Las palmas de mis manos
se cierran sin calor,
desconsoladas.
Que eran tuyos tu casa y tu paisaje;
que está en ellos la huella de tus pasos,
el hueco de tu cuerpo…
Y está la casa llena
de tu recuerdo...

Josefina de la Torre

Ana María Martínez Sagi




ÍBAMOS DE LA MANO

Íbamos de la mano
por el bosque aromado de espliegos y tomillos.
Íbamos de la mano:
era claro el camino.
Tarde de primavera.
Rosado el mar tranquilo.
Íbamos de la mano las bocas silenciosas. 
No se oía más ruido
que el del mar y la brisa los últimos reflejos
del sol incendiaban las copas de los pinos.
Nuestras sombras unidas
pasaban con sigilo.
-El verde de tus ojos
era sereno y limpio-.
No sé si tú sentías el calor de mi mano,
la gracia milagrosa de aquel contacto íntimo.
Tu voz quebró el silencio: "¿En qué piensas, pequeña?"
 -Cruzó una gavïota por el cielo encendido-.
Yo te miré los ojos que ya amé en otro mundo
y algo breve y muy dulce te murmuré al oído.
Besaste tú mi mano. Luego la noche vino. 

Ana María Martínez Sagi

Pilar de Valderrama




EVOCACIÓN

Aquel café de barrio, destartalado y frío,
testigo silencioso de nuestras confidencias,
extremo de rigores, conjunto de inclemencias,
que sólo caldeaban tu corazón y el mío.

Viejo café de barrio, adonde yo acudía,
donde tú me esperabas con el alma impaciente,
y cada vez, al verme, coronaba tu frente
con un halo de luz la fugaz alegría.

Con nostálgico afán en vano te he buscado
queriendo en tus vestigios revivir un pasado
que inexorablemente para mí se ha perdido.

Nadie de ti sabía, todo estaba cambiado:
tus muros, tu recinto, la sombra de Machado
como un girón de niebla han desaparecido.

Pilar de Valderrama