SONETO
No pretendáis, amigos, que yo mueva
guerra al objeto de mi amor pasado;
ni que triste, cobarde y humillado,
vaya a poner mi corazón a prueba.
¡Qué yo la idolatré! No es cosa nueva.
¡Qué me dejó por otro! Está probado.
Mas... ¿quién sabe? ¡Tal vez en el pecado
la penitencia merecida lleva!
No su inconstancia para mí deploro,
ni de su fama pésima me río;
ni menos tomo parte en este coro,
que en torno de ella levantáis bravío;
¡pues una dama que se rinde al oro
no se merece ni el desprecio mío!
José Dolores Urriola
No hay comentarios:
Publicar un comentario