Dulce María Loynaz



POEMA XCVII

Señor mío: Tú me diste estos ojos;
dime dónde he de volverlos
en esta noche larga, que ha de durar más que mis ojos.
Rey jurado de mi primera fe: Tú me diste estas manos;
dime qué han de tomar o dejar en un peregrinaje sin sentido
para mis sentidos, donde todo me falta y todo me sobra.
Dulzura de mi ardua dulzura:
Tú me diste esta voz en el desierto;
dime cuál es la palabra digna de remontar el gran silencio. 
Soplo de mi barro: Tú me diste estos pies...
Dime por qué hiciste tantos caminos,
si Tú solo eres el Camino, y la Verdad, y la Vida.

Dulce María Loynaz

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