QUEJA
Cayó, por mi desdicha, enamorada,
aquella mujer dulce que tenía
un aire tan humilde, una mirada
que ser la de una hermana parecía.
Por mi desdicha, me será negada
la sonrisa tan pura que me abría...
De nuevo el alma irá desconsolada
por el fondo de mi melancolía.
Por mi desdicha, me quedé sin ella.
Escondiendo su amor, y, temerosa,
hasta de su mirar se torna avara.
Seré su extraño ya. Ya nunca ella
ni por consuelo me dará piadosa
un rayo más de su mirada clara.
Joaquim Folguera
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