LA ORACIÓN DE LA TARDE
Tiende la tarde el silencioso manto
de albos vapores y húmedas neblinas
y los valles y lagos y colinas
mudos deponen su divino encanto.
Las estrellas en solio de amaranto
al horizonte yérguense vecinas
salpicando de gotas cristalinas
las negras hojas del dormido acanto.
De un árbol a otro en verberar se afana
nocturna el ave con pesado vuelo
las auras leves y la sombra vana;
y presa el alma de pavor y duelo,
al místico rumor de la campana
se encoge, y treme, y se remonta al cielo.
Joaquín Arcadio Pagaza
Es en realidad una verdadera oración al final del día. Invita a la reflexión y a deponer también la voluntad, a descansar para reiniciar junto con el nuevo amanecer
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