CAUTIVO
Cautivo y lleno de culpas
estoy, Señor, a tu puerta,
temiendo que me castiguen,
aguardando mi sentencia.
De mis pecados el cúmulo
con tu mirada penetras;
por Ti me angustia el temor
y la esperanza me alienta,
¿pues de quién, sino de Ti,
el alma teme o espera?
Es inevitable el fallo
de tu justicia tremenda,
cuando a abrir llegues el libro
donde escribiste mis deudas,
la suma de mis maldades
temo escuchar con vergüenza;
ilumíname y consuélame,
del sepulcro en las tinieblas,
donde yaceré olvidado
de mis más queridas prendas,
y que el perdón de mis culpas
tu gran bondad me conceda,
pues tendré sin tu perdón
una eternidad de penas.
Ibn Al Faradi
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