41-Abd Allah Ibn Alhaddad


 
TAL VEZ AMADA MÍA

¡Tal vez amada mía, por la verdad de Jesús,
quieras sosegar mi corazón enfermo!
La belleza te ha dado el poder
de hacerme vivir y hacerme morir,
y ella me ha hecho amar apasionadamente las cruces
de los monjes y los ascetas.
¡Yo no hubiera ido a las iglesias
por amor de esas cruces, si no fuera por ti!
Heme aquí, por causa tuya,
sometido a una ruda prueba
sin que haya salida feliz
para los tormentos que me infliges.
No puedo distraerme olvidando,
pues tú me retienes sólidamente
en las redes de tu amor.
¡Cuántas lágrimas de sangre he vertido;
pero tú no tienes piedad del que llora!
¿Sabes lo que tus ojos
han decretado contra los míos?
¿Sabes el fuego que atiza en mi corazón
la sutil luz que emana de tu rostro?
Tu has escondido tu claridad a mis ojos
mientras que ella brilla por encima del sol.
En la rama flexible y la colina arenosa
que se curva, veo tus costados,
en medio de las platabandas, tus mejillas,
y el perfume que se exhala, encuentro tu perfume.
Nuwayra, si tú me esquivas, yo te amo, te amo.
Tus ojos son testigos
de que pertenezco al número de tus víctimas.

Abd Allah Ibn Alhaddad

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