ORACIÓN
¡Oh tú que el más oculto sentimiento
sabes del corazón!
¡Oh tú que en los trabajos das aliento
y alivio en la aflicción,
a quien se vuelve lleno de esperanza
el corazón contrito;
Por quien el pecador tan sólo alcanza
expiar su delito!
Tú que viertes de gracias un tesoro,
al decir:
Escúchame, Alá mío, yo te imploro;
Mi voz dígnate oír.
Que mi propia humildad por mí interceda
¡Oh mi dulce sostén!
Eres mi único bien.
En mi abandono, en tu bondad confío;
A tu puerta he llamado:
Si no me abres, el dolor impío
me hará caer postrado.
Tú, cuyo nombre invoco reverente,
Si no das lo que anhela
tu pobre siervo en oración ferviente,
Señor, su afán consuela.
Haz que no desespere en tanta cuita
el débil pecador,
pues tu misericordia es infinita.
Ibn Husain
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