1-Jesús de Nazaret



DÉCIMA

Todo aquel que tenga sed,
que venga y beba de mí;
y si no lo veis así,
sólo os digo: creed.
Cuanto yo tengo, merced
a la bondad del Señor,
es también del pecador
que abraza cuando me ve
con sincera y llana fe
este credo redentor.

Jesús de Nazaret

2-Henry Thomas Hamblin



FLORES

En la más humilde flor
Dios expresa su propósito
de amor y paz; son las flores
mensajeras de lo hermoso,
un gran canto a la alegría
donde Dios nos deja todo
lo más bello que se encuentra
en su ser maravilloso.

Henry Thomas Hamblin

3-Fermín Salvochea



EL POBRE Y EL RICO

Un pasajero que de orgullo henchido
navegaba en primera,
con desprecio miraba al desvalido
viajero de tercera.
"Al que hable de igualdad -decía el primero-
considero insensato.
¿Cómo ha de ser cual yo, quien sin dinero
se encuentra y sin zapatos?"
Y entre tanto en el pecho del segundo
el odio se despierta,
al ver que en contra suya todo el mundo
parece se concierta.
Mas pronto la comedia cruel y fría
tornárase en tragedia
al no surgir brillante un nuevo día
del mismo mal que asedia.
Un choque atroz, terrible y formidable
la catástrofe anuncia
y de la muerte el fallo inapelable
en alta voz denuncia.
Entonces de las clases los extremos
sin mirar diferencia,
con ardor se dirigen a los remos
y se unen sin violencia.
El peligro común de los mortales
la vanidad ahuyenta
y hace se reconozcan como iguales
entrando en la ancha senda.
La vida del error no es más que un día,
aunque parezca larga;
la verdad solamente da alegría
y nunca es una carga.

Fermín Salvochea

4-Janos Arany



EN LAS GUERRAS

Antiguamente en las batallas
no había normas ni principios,
pues simplemente el poderoso
robaba todo al indefenso.
Ya no es así, las conferencias
de las naciones determinan
de qué manera el más fornido
podrá imponer sus nuevas trampas.

Janos Arany

5-Marlene Dietrich


 
MORIR

Aprenderás de mí lo que es morir,
pues cien veces morí en el pensamiento,
pero si esto tan sólo digo, miento,
que no es lo que te tengo que decir.

En este tiempo y en el porvenir
no hay súplica ni ruego ni lamento
que regrese a la vida al que al momento
la deja cuando deja de existir.

Nosotros, los perennes perdedores,
sabemos que jamás se volverá
ni habrá un Cielo por más que te lo inventes

con las doctrinas de los soñadores;
sólo la Nada nos abrazará,
igual que a los benévolos creyentes.

Marlene Dietrich

6-Henrik Wergeland



CADA CUAL

Cada uno con su propia mente usa su trono divino.
Cada uno con su propio corazón usa su altar y su cáliz.
Los señores están todos en la tierra,
los sacerdotes son todos para Dios.

Henrik Wergeland

7-Muhammad Iqbal



LOS SECRETOS DEL YO

¿Qué otra cosa es la vida que no sea
romper el artilugio
que te hace darle vueltas a los otros
para ver tu verdad como un santuario?
Alza tu alado ingenio y huye firme
de la atracción terrena felizmente.

Muhammad Iqbal

8-San Agustín de Hipona



FRAGMENTO

Conmovido por estas
profundas reflexiones metafísicas,
entera mi pasión, cual nube alada,
lloró sobre mi alma su agonía,
y yo abracé mi soledad entonces,
para allá, desterrado, ajeno, sin la
presencia de otro amigo que no fuera
el que amoroso nos donó la vida,
fundirme en la ternura
de su paz infinita...
Fue tras ello que mi palabra trémula
dejó el alma de Alipio sorprendida,
espantada, perpleja,
cual si observara alguna maravilla.

San Agustín de Hipona

9-Juhan Liiv



CÉLERES OLAS

¿A dónde se apresuran errabundas
las olas como un susurrante arrullo,
trepando hacia el sol y balbuceando
como blancas flores?

Vayamos raudos hacia el mar
dancemos con las doradas luces,
corramos bajo la bóveda celeste,
desapareciendo en la bruma.

Juhan Liiv

10-Casilda Antón del Olmet



MATERNIDAD

De sus polluelos siempre rodeada,
cuidado infatigable les prodiga;
les cede el trigo y la sabrosa hormiga,
con verlos prosperar recompensada.

Pierde su mansedumbre acostumbrada
si el defenderlos a luchar obliga;
con sus alas de madre los abriga
en los rigores de la madrugada.

Cantando sólo en el alumbramiento,
la gallina demuestra su contento
y en triunfo resonante lo convierte.

Febril e inmóvil no abandona el nido
y de sí misma llegará al olvido
hasta causarle por amor la muerte.

Casilda Antón del Olmet

11-John Fitzgerald Kennedy




NUESTROS PROBLEMAS

Nuestros problemas fueron
creados por el hombre,
por lo tanto sera él quien los resuelva;
el hombre puede ser tan grande y noble
como se lo proponga,
si su poder inmenso reconoce.

John Fitzgerald Kennedy

12-Hristo Botev



COMPARTIENDO EL BOTÍN

Somos hermanos de espíritu, tú y yo,
abrigando los mismos ideales,
y creo que no existe nada en este mundo
de lo que nos debamos arrepentir, tú y yo.

La posteridad nos juzgará,
hicimos el bien o el mal,
pero por ahora, mano a mano,
¡caminemos hacia adelante, con pasos más seguros!

El sufrimiento y la pobreza en una tierra extranjera
fueron nuestros compañeros de vida,
pero los compartimos como hermanos
y los compartiremos de nuevo, los dos...

Compartiremos coros de reprimenda, tú y yo,
y sufriremos la burla de los tontos,
sufriremos, pero no lloraremos
bajo tormento humano de ningún tipo.

Y no inclinaremos nuestras cabezas
ante pasiones e ídolos profanos:
nuestras dos tristes liras
nos han contado lo que hay en nuestros corazones.

Así que adelante ahora, con espíritu e ideales,
a compartir por última vez el botín:
a cumplir con nuestro juramento sagrado,
¡hacia la muerte, hermano, vayamos hacia la muerte!

Hristo Botev

13-José María Rojas Garrido



LA VIDA ES SONETO

Hizo Lope de Vega un buen soneto
sin decir nada, de orden Violante;
y así es la vida: en el primer cuarteto
canta la juventud saliendo avante.

En la edad varonil, el hombre inquieto
que lucha en pos del bien, rima incesante
pensando, iluso, conseguir su objeto
y es una octava el porvenir brillante.

Llega la ancianidad y el gran sujeto
de tanta inspiración surge triunfante:
¡es la muerte que asoma en el terceto!

Da la vida el reflejo agonizante
y el final de la estrofa es un secreto...
De la cuna al sepulcro es consonante.

José María Rojas Garrido

14-Manuel Cañete



AL NIÑO ALFREDO

Blanco jazmín que la aurora
con sus lágrimas rocía,
que sin penas ni dolores
del vicio exento respiras.
Duerme, ¡oh niño!, descuidado
de la senda de la vida,
mientras goces de la infancia
dulce al par que fugitiva.
Duerme, duerme y con sus alas
cubra tu frente divina
un serafín que te guarda
de las pasiones mezquinas.
En gratas visiones ríe,
puros aromas aspiras,
es muy cándido tu sueño
y son muchas sus delicias.
Tal vez, ¡ay!, con tu inocencia
deliró mi fantasía
y vi un mundo seductor
a través de un falso prisma.
Trocado en blando deleite
vi luego el amargo acíbar
y por verdad tuve un sueño
que hiciera común tu dicha.
Duerme, Alfredo, que al tender,
joven ya, tu ansiosa vista
por un mar tan borrascoso,
donde el más fuerte peligra,
has de ver la horrenda lucha
del engaño y la artería,
del placer y del dolor,
del orgullo y de la envidia.
Duerme, sí, porque ese sueño,
muy más puro que la brisa,
pulirá cual niebla débil
del aquilón impelida,
y el torbellino espantoso
en que los hombres se agitan
sucederá a la bonanza
que tu corazón cautiva.
Esa edad tan placentera,
de paz y candor henchida,
esa edad que de otros goces
preludio ser debería,
para no volver se aleja,
así como tras los días
se van cuantas esperanzas
concilie el alma sencilla.

¡Pobre niño!, flor temprana

que brillas en el pensil,
¿quién sabe si habrá mañana
alguna mano profana
que te marchite tu abril?
¿Quién sabe si al despertar
de tu infancia candorosa
habrás sólo de encontrar
senda estéril de pesar
en esta vida afanosa?
¿Quién sabe si el porvenir
que a tus ojos se presenta
es un cielo de zafir,
o si debes combatir
el horror de la tormenta?
¿Quién puede decir "yo sé
cuál ha de ser mi destino,
y el arcano penetré
que a todos oculto fue
tras un velo diamantino"?
¿Quién bastará a descifrar,
con sublime inteligencia,
lo que debes esperar
en llegando a despertar
de tu sueño de inocencia?
¡Ay! que en vano corre el hombre,
en su loca fantasía,
sin que el peligro le asombre,
tras de un efímero nombre
por una y por otra vía.
En vano busca el placer;
pues sólo encuentra el dolor,
y es tristísimo correr
con anhelo y no poder
hallar amor por amor.
Y muy triste, a la verdad,
perder la dicha y la calma,
y trocar en liviandad
el tesoro de la edad
en que fue cándida el alma.
Duerme, pues, que si al salir
de ese sueño de la infancia
has de llegar a sufrir,
como una flor que al morir
pierde belleza y fragancia,
vale más no despertar;
pues si te adora tu padre,
cuando llores no has de hallar
una dulcísima madre
que te llegue a consolar.
Duerme, sí, y el Cielo santo,
¡oh niño!, quiera extender
sobre ti su hermoso manto
y enjugue siempre tu llanto
si te mira padecer.
¡Que nadie puede decir,
con sublime inteligencia,
cuál será tu porvenir,
ni si un cielo de zafir
se despliega a tu presencia!

Manuel Cañete

15-Antonio Flores Algovia



EN UN ÁLBUM (FRAGMENTO)

Aquí parado en inacción me quedo,
sin saber qué decir que os interese,
mas debo proseguir mal que me pese
porque borrar lo que escribí no puedo.

Si es de interés o no me importa un bledo,
y os puedo asegurar que aunque pudiese
evitar lo que escrito se leyese
pasando sólo por encima un dedo,

tan trabajoso oficio no tomara
porque eso a mengua siempre se tuviera;
y tal vez no faltase quien pensara

que de lo que escribí me arrepintiera.
Siendo así que no tengo por delito
cuanto hasta este renglón os llevo escrito.

Antonio Flores Algovia

16-Joaquín Álvarez Quintero



GESTACIÓN DE UN SONETO

Cuando un soneto en la cabeza empieza
a pedir vida pública y brillante,
no hay en la voluntad poder bastante
para que esté tranquila la cabeza.

En tanto que el ingenio lo adereza,
como moscón molesto y susurrante,
salta de consonante en consonante,
bebe en la flor, se irrita en la maleza.

Adonde vamos nuestra sombra sigue:
zumba en casa, en la mesa y en el lecho,
y aun en graves lecturas nos persigue.

Venga el parto torcido, o bien derecho,
si anhelamos que no nos atosigue,
no hay sino rematar... ¡Ay!, ¡ya está hecho!

Joaquín Álvarez Quintero

17-Nicole Garay



EL ÁRBOL

Queriendo acaso darme un buen amigo,
cuando yo vine al mundo, una mañana,
sembró mi padre al pie de mi ventana
un árbol que creció a la par conmigo.

Callado confidente y fiel testigo
de las congojas de mi edad temprana,
prestó su copa, al elevarse ufana,
sombra a mi estancia y generoso abrigo.

Cuántas veces las gotas de mi llanto,
tras de surcar ardientes mis mejillas,
cayeron en sus hojas cual rocío;

y causa al alma de sin par quebranto
fue el ver cual se tornaban amarillas
las hojas que regaba el llanto mío.

Nicole Garay

18-Joost van den Vondel



CAER

Caer es mi destino,
vestido de honor y dignidad;
después de caer, si es que cayera,
con ésta corona sobre mi cabeza,
mi cetro estaría en mi puño,
en compañía de los nobles.
Es indiferente el noble que esté a mi lado.
Su caída le honraría,
y le concedería una involuntaria alabanza:
en cambio sería primer rey
en cualquier tribunal inferior,
que reflejara secundariamente
la mayor parte de la luz sagrada, o aún menos.
Así justifico mi rebelión,
y nunca sentiré dolor u obstáculo.

Joost van den Vondel

19-Károly Kisfaludy



FRONTERA HERMOSA

¡Lugar de nacimiento, frontera hermosa!
Recuerdo el tiempo que ha pasado,
¿dónde estoy, adónde voy?
Solamente vivo para mirarte;
si un pájaro viene, le pregunto:
¿todavía existe mi lugar de nacimiento?
Observo las nubes, que me están susurrando.

Károly Kisfaludy

20-Ibn Zuhr



¡POR DIOS!

¡Por Dios!, oh médico del amor, coge mi mano
que muero de debilidad.
Libera mi cuerpo, que de dolor se queja
de la camisa débil que lo viste.
El fuego de la pasión ardió en mi interior
y creció la nostalgia.
El amor descubrió mis secretos
y las lágrimas corrieron.

Ibn Zuhr

21-Ibn Zaydun


 
ALEJADOS

Alejados uno de otro,
mis costados están secos de pasión por ti,
y en cambio no cesan mis lágrimas...
Al perderte, mis días han cambiado
y se han tornado negros,
cuando contigo hasta mis noches eran blancas.
Diríase que no hemos pasado juntos la noche,
sin más tercero que nuestra propia unión,
mientras nuestra buena estrella
hacía bajar los ojos de nuestros censores.
Éramos dos secretos en el corazón de las tinieblas,
hasta que la lengua de la aurora
estaba a punto de denunciarnos.

Ibn Zaydun

22-Ibn Zamrak


 
DETENTE

Detente en la explanada de la Sabika y mira a tu alrededor:
La ciudad es una dama cuyo marido es el monte.
Está ceñida por el cinturón en su garganta...
Mira las arboledas rodeadas por los arroyos:
son como invitados a quienes escancian las acequias...
La Sabika es una corona sobre la frente de Granada,
en la que querrían incrustarse los astros.
Y la Alhambra (¡Dios vele por ella!)
es un rubí en lo alto de esa corona.

Ibn Zamrak

23-Ibn Suhayd


 
DESPUÉS DE LA ORGÍA

Cuando, llena de su embriaguez, se durmió,
y se durmieron los ojos de la ronda,
me acerqué a ella tímidamente,
como el amigo que busca el contacto furtivo con disimulo.
Me arrastré hacia ella insensiblemente como el sueño;
me elevé hacia ella dulcemente como el aliento.
Besé el blanco brillante de su cuello;
apuré el rojo vivo de su boca.
Y pasé con ella deliciosamente,
hasta que sonrieron las tinieblas,
mostrando los blancos dientes de la aurora.

Ibn Suhayd

24-Ibn Said Al Magribi



MIENTRAS GIMEN

Mientras gimen las palomas,
alárgame el vaso lleno:
venga vino, y de mi seno.
ahuyente todo pesar.
Dicen que por causa tuya
adquiero perversa fama:
que el mundo loco me llama.
y que se burla de mí;
que tus amores quebrantan.
la energía de mi vida;
que está mi hacienda perdida;
que hasta mi honra te di.
Pero yo al punto respondo
que temo más tus desdenes,
que honra, paz, salud y bienes
en un instante perder.

Ibn Said Al Magribi

25-Ibn Mutarrif



YO SOY

Yo soy, como quieres y deseas,
un amante apasionado,
un poeta ilustre, noble, generoso.
El Iraq me ha amamantado al pecho de su amor,
Bagdad me ha conquistado con su mirada.
Cuando el dolor se prolonga,
cuando la vigilia se apodera de mis párpados,
mi propio sufrir me sirve de descanso:
Método que fundó Chamil
y cuya rigidez aumentaron
los que, como yo, vinieron después.

Ibn Mutarrif

26-Ibn Husain


 
ORACIÓN

¡Oh tú que el más oculto sentimiento
sabes del corazón!
¡Oh tú que en los trabajos das aliento
y alivio en la aflicción,
a quien se vuelve lleno de esperanza
el corazón contrito;
Por quien el pecador tan sólo alcanza
expiar su delito!
Tú que viertes de gracias un tesoro,
al decir:
Escúchame, Alá mío, yo te imploro;
Mi voz dígnate oír.
Que mi propia humildad por mí interceda
¡Oh mi dulce sostén!
Eres mi único bien.
En mi abandono, en tu bondad confío;
A tu puerta he llamado:
Si no me abres, el dolor impío
me hará caer postrado.
Tú, cuyo nombre invoco reverente,
Si no das lo que anhela
tu pobre siervo en oración ferviente,
Señor, su afán consuela.
Haz que no desespere en tanta cuita
el débil pecador,
pues tu misericordia es infinita.

Ibn Husain

27-John Lennon



IMAGINE

No es difícil pensar que no hay edén,
pues tan sólo es preciso que imagines
que ese mágico azul de los confines
está dentro del corazón también.

E imagina que, igual que dicho bien,
no arde debajo de tus calcetines
infierno alguno, y todos los jardines
de este mundo nos dan su paz fetén.

Imagínate un mundo sin naciones,
sin crímenes absurdos, religiones
ni codicia, viviendo en libertad.

Si es un sueño, bien sé que no estoy solo,
pues son muchos de un polo al otro polo
los que sueñan con la fraternidad.

John Lennon

28-Ibn Hayyun



DESTERRARME

Desterrarme del Sur
jamás podréis.
Aquí habrán de volver
mis ojos incendiados
cuando julio prepare las vides y el aliento
del verano campee en el henar.
A por mieses soleadas
he de volver un día
en que nadie me espere y el olvido
tenga ya preparada la hornacina
repleta con mi ausencia,
piedra tal vez,
prímula dadivosa,
yo sé que el Sur me aguarda.

Ibn Hayyun

29-Avicebrón


 
SOL DEL OCASO

Fíjate en el sol del ocaso, rojo,
como revestido de un velo de púrpura:
va desvelando los costados del norte y el sur,
mientras cubre de escarlata el poniente;
abandona la tierra desnuda
buscando en la sombra de la noche cobijo;
entonces el cielo se oscurece, como si
se cubriera de luto por la muerte de Yequtiel.

Avicebrón

30-Ibn Al Jatib



EL SEÑOR DE LOS PROFETAS

Del Señor de los Profetas
me enamoré, ¡oh generoso!,
y se elevó mi buena estrella.
Me encendió su amor, se trastornó mi mente
dejando al descubierto mi delirio.

Ibn Al Jatib

31-Ibn Al Faradi



CAUTIVO

Cautivo y lleno de culpas
estoy, Señor, a tu puerta,
temiendo que me castiguen,
aguardando mi sentencia.
De mis pecados el cúmulo
con tu mirada penetras;
por Ti me angustia el temor
y la esperanza me alienta,
¿pues de quién, sino de Ti,
el alma teme o espera?
Es inevitable el fallo
de tu justicia tremenda,
cuando a abrir llegues el libro
donde escribiste mis deudas,
la suma de mis maldades
temo escuchar con vergüenza;
ilumíname y consuélame,
del sepulcro en las tinieblas,
donde yaceré olvidado
de mis más queridas prendas,
y que el perdón de mis culpas
tu gran bondad me conceda,
pues tendré sin tu perdón
una eternidad de penas.

Ibn Al Faradi

32-Acacia Uceta



A DIOS

Amo la luz que llega a mi ventana
y te saludo en ella cada día.
Y te respeto con la flor humilde
que se ofrenda a mi planta cuando paso.
Hallo tu gracia en la inocencia
que vuelve a las pupilas del anciano
y encuentro tu bondad en el olvido
del sueño y de la muerte.
Reconozco tu fuerza en el silencio
en que envuelves, celoso, tu Misterio.
Y está tu voluntad en la tristeza
con que el hombre se busca por hallarte.
Entre el vasto universo que me cerca
y la brizna de hierba
que se levanta al sol casi triunfante,
Tú me sales al paso.
Cuando intento doblar por las esquinas
que llevan a la Noche;
cuando quiero escapar y me retienes
en la sonrisa cálida de un niño
o en un alero lleno de gorriones;
cuando muestro mi mano vacía de esperanza,
Tú llegas hasta mí. Y es tu presencia
sustento de este Amor que me redime.

Acacia Uceta

33-Ibn Abi Ruh



EL RÍO DE LA MIEL

Detente junto al río de la Miel, párate y pregunta
por una noche que pasé allí hasta el alba,
a despecho de los censores,
bebiendo el delicioso vino de la boca
o cortando la rosa del pudor.
Nos abrazamos como se abrazan
los ramos encima del arroyo.
Había copas de vino fresco
y nos servía de copero el aquilón.
Las flores, sin fuego ni pebetero,
nos brindaban el aroma del áloe.
Los reflejos de las candelas eran como puntas
de lanzas sobre loriga del río.
Así pasamos la noche hasta que nos hizo
separarnos el frío de las joyas.
Y nada excitó mi melancolía
más que el canto del ruiseñor.

Ibn Abi Ruh

34-Aben Abderrabihi



DESPEDIDA

Ella se despidió de mí con suspiros y abrazos,
y luego me preguntó
cuándo habríamos de encontrarnos nuevamente.
Presentóse a mí sin velo, al descubierto,
y la aurora recibió de ella nueva luz
(por la hermosura de su cuello)
rodeada por las aberturas de la túnica y los collares.
Oh tú, cuyo semblante languidece sin enfermedad:
ante los ojos está el lugar
de combate para los amantes.
Ciertamente que el día de la separación
es un día terrible en grado sumo.
¡Ojalá que yo hubiere muerto
antes del día de la separación!

Aben Abderrabihi

35-Hamda Bint Ziyad Al Muaddib



CUANDO LOS INTRIGANTES

Cuando los intrigantes quisieron separarnos
y no podíamos pedir venganza de ellos,
cuando al asalto se lanzaron de nuestra buena fama
y al verlo escasearon mis defensores y aliados,
contestaste a su ataque con tus ojos
y con mis lágrimas de aliento
que eran espada, torrentes y fuego.

Hamda Bint Ziyad Al Muaddib

36-Al Yaziri


 
EL ALEJAMIENTO

El alejamiento de los seres amados
y el continuo ir y venir de mis recuerdos
me han dejado totalmente huérfano
de paciencia y resignación.
El lugar en que me encuentro
está demasiado lejos para ser visitado
y aún ni siquiera cuando mis ojos consiguen dormitar
se me aparece de súbito ningún fantasma…

Al Yaziri

37-Al Qalfat



UNA GACELA

Una gacela me negó su amor,
y por ello mi alma se llenó de tristeza,
Si digo: "Mi corazón ya la olvidó",
se renueva mi amor y se acentúa mi desesperación.
Yo saludo, y daría mi vida por ella,
porque ese rostro bien lo merece.

Al Qalfat

38-Al Mutamid



AMOR ONÍRICO

Te he visto en sueños en mi lecho
y era como si tu brazo mullido fuese mi almohada,
era como si me abrazases y sintieses
el amor y el desvelo que yo siento,
es como si te besase los labios, la nuca,
las mejillas, y lograse mi deseo.
¡Por tu amor!, si no me visitase tu imagen
en sueños, a intervalos, no dormiría más.

Al Mutamid

39-Al Mutadid



CUÁNTAS NOCHES

¡Cuántas noches pasé allí
al lado de una muchacha
de esbelto y airoso talle
y firmes caderas anchas!
¡Y cuántas noches también
pasé a la orilla del agua
con la linda cantaora
en la vega solitaria!

Al Mutadid


DEJADME

Dejadme, donde dichoso
y respetado he vivido,
discurrir sobre las ondas
del Guadalquivir tranquilo
A la luz de las estrellas
en clara noche de estío.
A la sombra reposarme
de los frondosos olivos,
y oír el susurro libre
del aura mansa en los mirtos.

Al Mutadid