AL CAUDILLO
Forjador de la paz y del imperio,
rompiste con tu espada noble y pura
aquella miserable ligadura
nacida con el rojo cautiverio.
Convertida la patria en cementerio,
invadió los hogares la amargura,
sin fe, sin esperanza y sin ventura,
cuando lo porvenir era un misterio.
Oteando las aguas del estrecho,
Franco surge en las tierras africanas
radiante como el sol de las mañanas;
A España ofrece su abnegado pecho,
nos lleva por gloriosos derroteros...
Capitán General de nuestra Armada:
¡Orgullosos están tus marineros!
Benito Cuesta
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