964-S. E. Orozco



LA SIEMBRA

Bajo el Sol, ascua de oro
que va quemando la tierra,
al socaire del cortijo
donde está la cortejera,
sonriendo entre las flores
-y la mejor flor es ella-,
el mozo en el abanico
de su fuerte mano diestra,
va esparciendo la semilla
que entre los surcos se queda.

El potro relincha un beso
que hace gemir a la yegua.
Bulle, en haces de locura,
la fulgente Primavera,
y el mar, la montaña, el campo,
toda la Naturaleza,
van ofrendando al Amor
encantadoras preseas.

Pero junto a tal prodigio
de serenidá y belleza,
el horrísono estampido
del cañón el campo atruena
y hasta los pájaros huyen,
espantados de la guerra...

El gañán canta una copla
con infinita tristeza,
y en el altar prodigioso
de las flores de la reja
ve cómo le está mirando
con amor su compañera.
"¡Malhaya el hijo traidor
que nos trajo esta pelea"
-dice una madre pensando
en su zagal, que no llega.

Y el labrador hiende el aire
cantando, con su promesa:
"España de mis amores:
por ti lucharé sin tregua,
con el arado en la mano,
preparando la cosecha;
con el fusil, cuando llegue
el enemigo a mis puertas,
porque no quiero que pise
mi suelo planta extranjera".

El Sol sigue caminando
por entre las altas crestas,
el mar sus olas levanta
y, con su canción eterna,
le borda un manto de armiño
a la Luna que se acerca.

Y aún el labriego prosigue
su fructífera tarea,
aventando la simiente
con su dura mano abierta...

S. E. Orozco

No hay comentarios:

Publicar un comentario