SONETO
Ensilla, Sancho amigo, a Rocinante,
dame la lanza y yelmo de Mambrino,
acomoda la alforja en el pollino
y el bálsamo precioso pon delante.
Pues Dios me hizo caballero andante,
hoy desfacer un tuerto determino,
que face una Doncella a un malandrino,
jayán desaforado y cruel gigante.
Dice que fue su esclava esta Doncella,
y miente, pues sé yo, que cuanto él dice,
ella gentil deshizo su cabeza.
A mi me toca, Sancho, el defendella:
yo soy su caballero, y voto hice
de defender su virginal Pureza.
Subió con ligereza,
y tomando su yelmo, escudo y lanza,
le siguió su escudero Sancho Panza.
Fray Bernardo de Cárdenas
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