163-Amy Lowell



IN EXCELSIS

¡Oh, tú!
Tu sombra es luz de sol en una bandeja de plata;
tus pisadas, un lugar para plantar lirios;
tus manos, al moverse,
son un doblar de campanas en el aire inmóvil.
El movimiento de tus manos es la larga
y dorada luz del sol naciente,
el revoloteo de los pájaros en el sendero de un jardín.
Avanzas por la mañana como un perfume de junquillos.
Los potros son menos raudos que tu pensamiento,
tus palabras son abejas alrededor de un peral,
tus sueños son avispas veteadas de oro
y negro zumbando entre manzanas rojas.
Bebo en tus labios,
como el albor de tus manos y tus pies.
Abro la boca:
semejante a una jarra nueva estoy abierta y vacía.
como el agua clara eres tú,
que llenas la copa de mi boca.
Eres como un riachuelo sembrado de lirios.

Eres helado como las nubes,
lejano y dulce como las altas nubes.
Me atrevo a alcanzarte,
me atrevo a tocar tu orilla brillante.
Salto más allá de los vientos,
grito y chillo,
porque mi garganta es fina como una espada
afilada con una muela de marfil.
Mi garganta canta la alegría de mis ojos,
la turbulenta alegría de mi amor.
¿Cómo cayó el arco iris sobre mi corazón?
¿Cómo se enredó el mar entre mis dedos
y cómo cubrió mi cabeza con el cielo?
¿Cómo viniste a habitar en mí,
asediándome con los cuatro círculos de tu mística luz,
hasta que, inclinándome ante ti, como si fueras un altar,
grité: "¡Gloria! ¡Gloria!"?

¿Habré de torturarte pensando en el hoy y en el mañana?
He de creer que el aire es un favor,
la tierra una cortesía
y el cielo un regalo que hay que agradecer?
Tú eres... aire... tierra... cielo...
Pero no te lo agradezco.
Te tomo,
y vivo.
Y las palabras que diga después
son como rubíes engastados en una puerta de piedra.

Amy Lowell


ALBORADA

Tal como libero de su cáscara a la almendra,
así te despojaría de tus ropas, amada,
y acariciando con mis dedos el suave y pulido fruto
podría ver que en mis manos resplandece
una gema de valor incalculable.

Amy Lowell

No hay comentarios:

Publicar un comentario