SONETO
Siete soles un rayo a tanta gloria,
Ignacio, cuya ley el orbe espera,
en el Sinaí supremo reverbera
con luz divina a la mortal notoria.
Entre las armas goza la victoria,
y resplandores de la inmensa esfera
liba en Tabor eterno, que venera
rendida a suspensiones la memoria.
En la de Dios su fábrica sublime
consulta, obras quietud (idea clara
del ocio santo y de la acción) medita.
Y en su pecho, no en mármoles, imprime
tablas de ley, que lo mortal repara,
y en Dios vio confirmada, antes que escrita.
Fray Jerónimo Vélez
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