EL ALMA DEL AGUA
Cual una cinta de plata,
por la grama verdinegra
se desliza el arroyuelo, murmurando...
¡Y que cosas tan extrañas va diciendo el arroyuelo!
Han herido los guijarros
y los rayos de los soles han quemado
muchas perlas de sus gotas, sepultándolas,
en el seno de la tierra calcinada.
Es por eso que se queja el arroyuelo,
Musitando sus querellas sollozantes...
Canta el rió su cantiga
y sus gotas se desgranan
como alegres carcajadas de los niños,
como risas de mujeres
que trajeran fieles ecos...
Salta el rió entre las piedras, alocado...
Y sus gotas, que salpican a las flores de la orilla,
se columpian en los pétalos
y cayendo como perlas se deshacen y se pierden...
Duerme, duerme el hondo lago...
Suena el lago a la caricia
de la Luna.
Va arreciando la tormenta
y las olas que se juntan formidables,
braman , braman de coraje...
Luego embisten a la altiva roca enhiesta,
con afanes destructores,
y vencidas pronto caen
en cascadas estruendosas
al gran piélago bravío.
Vuelven todos sus rencores
a la nave que esclaviza su dominio,
la sepultan en su seno negro, amargo...
Y se venga el océano
del poder armipotente
de sus débiles señores
en el trágico spoliarium del naufragio...
Sufre al Agua, llora, canta.
Es en veces despiadada,
es en veces compasiva.
¡Tiene un alma!
Y es un alma misteriosa y poliforme la del Agua...
Claudio Peñaranda
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