SONETO
A tu suma humildad, Virgen gloriosa,
mi alma con razón aquí se humilla,
admírase de ver tal maravilla,
¡oh única humildad maravillosa!
¡Oh Virgen toda limpia, toda hermosa,
sin mácula, sin vicio, sin mancilla!
¡bendito quién te dio tan alta silla!
¡bendito quién crió tan buena cosa!
Mi alma, mi Señora, te suplica
que ruegues al Señor que da los dones,
la de don de humildad y pequeñica.
Pues si para humillar sobran razones,
humíllese mi alma pobrecica,
mirándose al espejo que la pones.
Cristóbal Cabrera
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