LEY DIVINA
Cautivo el mar enfurecido estalla,
implacable y tenaz en sus rencores;
cuantos fueron del mundo moradores
le vieron batallar cual hoy batalla.
De leve arena incontrastable valla
opuso el Hacedor a sus furores,
y del tiempo insensible a los rigores
ni duerme, ni sosiega, ni se calla.
Enmudece la ciencia ante el misterio,
y no concibe el pensamiento osada
tanta soberbia en tanto cautiverio.
Dios dijo al mar sañudo y encrespado,
la linde al señalarle de su imperio:
¡De aquí no has de pasar… y no ha pasado!
José María Ortega Martínez
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