DE ALBA
Flota un blanco perfume. Junto al lecho
mi novia calza su escarpín de seda,
y, como Venus de la espuma leda,
surge sonriente del nidal deshecho.
Sus bronces y sus lacas en acecho
la atisban desde el piano. Ella se enreda
los cabellos dispersos, y se queda
contemplando las formas de su pecho.
Una sonrisa espléndida ilumina
su virgíneo semblante de alabastro
con arreboles de carmín de China.
Y atraviesa el boudoir, dejando un rastro
de claridad exótica y divina
cual si pasase entre la sombra un astro.
Horacio Olivos y Carrasco
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