A OFELIA
Si eres un ángel que risueño vienes
a calmar de mi pecho la agonía,
aquí a tu lado en mi dolor me tienes
para oír de tu acento la armonía.
Mira: mi frente se doblega mustia
de un pérfido destino a los rigores,
y tú sola calmar puedes mi angustia,
tú sola con tus cánticos de amores.
¿Dónde irá sin la luz de tu mirada
mi corazón que por tu amor fallece,
cuando en mi ser tu imagen encarnada
al riego de mis lágrimas florece?
En la senda de amor errante vago,
y cuán sombrío mi horizonte miro,
cuando concibe que jamás en pago
arrancaré a tu pecho ni un suspiro.
Porque busca en tu amor la primavera
el alma triste que el pesar marchita,
que en vano el corazón vivir pudiera,
en esta soledad en que se agita.
Si eres el ideal de mi ventura
deja que el triste corazón sediento
en el puro raudal de tu ternura
apague su amoroso sentimiento.
Que si eres ángel que risueño vienes
para cerrar del corazón la herida,
aquí a tu lado en mi dolor me tienes,
¡esperanza postrera de mi vida!
Antonio Sellén
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