COPLAS
La fuerza del fuego que alumbra, que ciega
mi cuerpo, mi alma, mi muerte, mi vida,
do entra, do hiere, do toca, do llega,
y mata y no muere su llama encendida:
pues ¿qué haré yo triste, que todo me ofende?
Lo bueno y lo malo me causan congoxa;
quemándome el fuego que mata, que enciende,
su fuerza que fuerza, que ata, que prende,
que prende, que suelta, que tira, que afloxa.
¿Ay dó iré yo triste, que alegre me halle,
pues tantos peligros me tienen en medio?
Que llore, que ría, que grite, que calle,
ni tengo, ni quiero, ni espero remedio:
ni quiero que quiera, ni quiero querer,
pues tanto que quiere tan rabiosa plaga;
ni ser yo vencido, ni quiero vencer,
ni quiero pesar, ni quiero placer,
ni sé qué me diga, ni sé qué me haga.
Pues ¿qué haré yo triste, con tan gran fatiga?
¿A quién me mandáis que mis males quexe?
¿Qué me mandáis que siga, que diga,
que sienta, que tome, que haya, que dexe?
Dadme remedio, que yo no lo hallo
para este mi mal que no es escondido;
que muestro, que cubro, que sufro, que callo,
que vivo me mata y no puedo dexallo,
por donde de vida ya soy despedido.
Pedro de Cartagena
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