EL LUNAR
Dejó un arcángel las celestes salas
para verte nacer, y enamorado,
te tocó junto al labio sonrosado
con la ligera punta de tus alas.
Para aumentar tus naturales galas
quedó el lugar que te tocó manchado,
y tantas gracias a tu rostro ha dado,
que al mismo autor de ese lunar te igualas.
Yo, que te adoro, y que por dicha mía
amado soy de una mujer tan bella,
contemplándote a solas me embeleso;
y, para nada ambicionar, querría
donde el arcángel te dejó esa huella,
dejarte el alma entre la miel de un beso.
Juan Clemente Zenea
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