RESIGNACIÓN
¡Soberano Señor Omnipotente
por quien el sol espléndido fulgura,
el ave canta, el céfiro murmura,
y vierte sus raudales el torrente!
Oye mi voz: el alma reverente
implora tu piedad en su amargura;
mitiga un tanto mi letal tristura,
mi cruel angustia, mi ansiedad creciente.
Al través de una triste perspectiva
miro tan sólo un porvenir sombrío,
y más mi pena sin cesar se aviva.
Un mal terrible me atormenta impío...
mas si te place que muriendo viva,
"cúmplase en mí tu voluntad, Dios mío".
Brígida Agüero
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