EL ALMA DE CERVANTES
Luchó con su infortunio; en el combate,
como en Lepanto, lo vejó la suerte;
lo apresó la miseria, y lo halló fuerte
como en Argel, pero faltó el rescate.
Lo abandona el amigo y el magnate:
la envidia hiel en sus heridas vierte,
¡y el pobre! "con las ansias de la muerte",
ni maldice, ni llora, ni se abate.
Ve en torno el mundo sordo a su lamento,
y alma viril, bendice la pobreza,
"dádiva santa nunca agradecida".
¡Sí, que ella fue crisol de su pureza
y a su amparo labróse el monumento
que vengó los ultrajes de su vida!
Ricardo del Monte y Rocío
No hay comentarios:
Publicar un comentario