FELICITACIÓN EN EL DÍA DEL SANTO
Dichoso yo, que por favor del cielo,
encontré lo que tanto deseaba,
para apagar la sed que me abrasaba,
andando por los yermos de este suelo.
Sed de un amor de paz y de consuelo
tras de otro amor que el alma me angustiaba,
ostentando el placer de verla esclava,
rendida siempre a su imperioso anhelo.
Al verme en tan penosa desventura
guiado por impulso misterioso,
ofrecíle al Eterno mi amargura;
miróme compasivo, y, bondadoso,
entregóme a un Arcángel de dulzura,
celoso de mi bien y mi reposo.
José María Posada
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