LUISITO
En tu seno ese niño reclinado
cándidamente en actitud risueña,
parece un ángel que contigo sueña
en un lecho de rosas perfumado.
Y bebiendo a tu pecho codiciado
el néctar que le brindas halagüeña,
perece un nardo en arrogante peña
del vendaval del mundo resguardado.
Cede un instante al maternal cariño;
dame esa prenda de tu amor querida
para besarla con paterno anhelo;
porque besando al candoroso niño,
beso a la madre que le dio la vida,
beso a la esposa que me ha dado el Cielo.
Ricardo Rodríguez Cáceres
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