EN LA MUERTE DEL EMINENTE ACTOR CARLOS LATORRE
¡Todo acabó: la gloria y su dulzura,
y el noble afán, y el entusiasmo ardiente,
y el elevar la creadora mente
sobre el mísero mundo y su amargura!
El eco aún de los aplausos dura
que le rindió la alborozada gente;
y aquella noble y despejada frente
esconde ya la vara sepultura.
Adiós, Carlos, adiós, mientras severo
el canto de cien vates tus loores
se prepara a entonar, y con esmero
tu corona a tejer, rica en colores,
yo, discípulo, amigo y compañero,
regaré con mis lágrimas sus flores.
Julián Romea
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