LA CABALLERA CORTADA
¿Son éstos los rubísimos cabellos
que ya bajando en trenzas elegantes,
ya llovidos de perlas y diamantes,
ya al aura sueltos, eran siempre bellos?
¡Ah! ¿Quién los pudo separar de aquellos
vivos marfiles que ceñían antes,
del más bello de todos los semblantes,
de sus hermanos más felices que ellos?
Médico indocto, ¿fue el remedio solo
que hallaste, el arrancar con vil tijera
tan rico pelo de tan noble frente?
Pero sin duda te lo impuso Apolo
para que así no quede cabellera
que con la suya competir intente.
Ludovico Ariosto
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