ROMANCE DE NOCHE TRISTE
Madrileña noche triste
con clara luna de invierno.
A pesar de tus estrellas
y tus alegres luceros,
bajo el manto de tus sombras
se cierne sólo el silencio.
Vigila bien, miliciano,
y a todo ruido está atento.
En el pueblo, en los hogares
descansan niños y viejos.
De pronto, en la noche triste,
un motor vibra sereno...
Un segundo de impaciencia...
Y otra vez vuelve el silencio...
¡Ahora son alas leales
las que besaron los techos
de las viviendas honradas
de los bravos madrileños!
Sigue el viejo su reposo
y el niño sigue su sueño.
El miliciano, en la noche,
alerta está y en su puesto.
Isabel
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