550-Manuel María de Santa Ana y Rodríguez



EL PAN DEL ALMA

En pobre estancia y al rayar del día,
de mí y de mis hermanos rodeada,
la madre de mi alma idolatrada
pan sólo, y poco pan, nos repartía.

Y si alguno más pan triste pedía,
estando la alhacena ya agotada,
ella a la dura y seca rebanada
dulces y blandos besos añadía.

Devorando hasta el último mendrugo
gracias a Dios le dábamos de hinojos...
Rico hacerme después a Dios le plugo,

y, si el alma ha de hallar bien que le cuadre,
he de volver la mente con los ojos
al pan con besos que me dio mi madre.

Manuel María de Santa Ana y Rodríguez

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