766-Julio Alcázar Fernández



MIRANDO A UN NIÑO

¡Cómo te envidio, pequeño
-mañana, rama, ya hoy, brote-!
En los brazos de tu madre
sólo entiendes sus canciones
que suenan en tus oídos
con los más bellos rumores.
Duérmete, niño, duerme.
Duérmete y sueña.
Duérmete mientras tu padre
lucha en la Sierra.
Pero antes de que el sueño
cierre tus ojos
maldice al que ha sembrado
dolor y odio.
Duerme, mi cielo,
que al despertar mañana
habrá un sol nuevo.
Guardia de ángeles de seda
tiene tu sueño en la noche.
Por eso sueñas con besos,
con caricias y con flores,
y un claro nimbo de luz
envuelve tu cuerpo joven.
¡Sigue soñando, pequeño
-mañana, rama, y hoy, brote-!

Tú no sabes comprender
de esta guerra los dolores,
las angustias infinitas,
las lágrimas, las traiciones,
las más atroces blasfemias,
las más santas oraciones...
Tú no sabes que la sangre
de nuestros hermanos corre
hoy por los campos de España
para que mañana brote
una abundante cosecha
de ideales redentores;
que hay muchas madres a quienes
el día se le hizo noche;
que las almas se han cubierto
con los más negros crespones
y que, para cubrir tumbas,
no nacen bastantes flores.
¡Sigue soñando, pequeño
-mañana, rama, y hoy, brote-!
Duerme y no oirás el zumbido
de los negros avïones,
el crujir de las granadas,
el tronar de los cañones...
-Guardia de ángeles de luz:
¡que nadie sus sueños corte!

Mañana, cuando seas rama
y la juventud rebose,
como el agua en un estanque,
en tu cuerpo, que hoy es brote,
no te cantará tu madre,
como ahora, bellas canciones.
Cogiéndote las dos manos,
recordando estos dolores,
te irá cantando, despacio,
la historia que no conoces:
"El diez y nueve de julio
unos malos españoles..."
¡La primera maldición
brotará en tus labios jóvenes!

Julio Alcázar Fernández

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