A LOS RAYOS DE LA LUNA
Cuán bella, oh Luna, estás: el verde prado
ostenta con tu luz su lozanía,
y entretanto sorprende al alma mía
un recuerdo de amor infortunado.
Cuando de Lesbia al venturoso lado
el mortal más dichoso me creía,
con que placer, ¡oh Luna!, te veía
iluminar su pecho enamorado.
Mas hoy que de la muerte el triste velo
cubre su rostro, cándido y divino,
ya mis ojos te ven con desconsuelo:
A su memoria mi cabeza inclino,
mientras que tú, desde el azul del cielo,
indiferente miras mi destino.
José Joaquín Govantes
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