POBRE IMPORTUNO
¿Por qué aspira sin fruto, Arnardi bella,
a lo que darme tu piedad resiste?
¿Por qué mi amor en alcanzar insiste
lo que me impide merecer mi estrella?
¿No fuera bien buscar a mi querella,
en el asilo de mi tumba triste,
el anhelado fin, pues que consiste
mi única dicha y mi consuelo en ella?
¡Necio, que pronto de esperar cansado,
se abate tu pasión, antes osada,
y con el miedo la fortuna mide!
¿Qué amador fue constante y no fue amado?
¿O qué mujer, del hombre importunada,
no la concede al fin lo que le pide?
Dionisio de Solís
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