LA AUSENCIA
¿Y nunca dejaréis la margen bella
del límpido Almendar, donde orgullosa
la ceiba su vellón tremola airosa,
y el cocotero altísimo descuella?
¿Nunca en su arena vuestra noble huella
del Yurumí verá la ninfa hermosa,
ni en su plácida sombra deliciosa
de la tórtola oiréis la fiel querella?
En vano os pide mi amistad ardiente
al monte, al prado, a la espesura, al río
dulces asilos de placer y calma.
Que la Náyade frena su corriente,
y sólo escucho entre el ramaje umbrío
los profundos suspiros de la palma.
Francisco Iturrondo
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