SONETO
¡Ay de aquel que no vive para muerto,
siendo la muerte, más que el vivir, cierta!
Más vivo el cuerpo con el alma muerta,
irracional será tal desconcierto.
Y si el fin de la vida está tan cierto,
humanos y mortales, ojo alerta,
que en la gracia hallará la puerta abierta
espíritu que en Dios esté despierto.
Mas ya mis culpas temen, cuando espero
su juicio, y que si llega consideran,
imaginando al Juez recto y severo.
Y en su misericordia perseveran:
supla a mi Dios la sangre del Cordero
defectos que quisiera no tuvieran.
Andrés Sanz del Castillo
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