LA DANZA DE CUBA
Los aires rompen el ruido
de la nocturna orquesta...
¡Oh! ¿Qué impresión es ésta?...
¿Qué mágico sonido?
¿Qué plácida embriaguez?
¡Es la cubana danza!
Y al escuchar sus sones,
mis muertas ilusiones,
mis sueños de esperanza
despiertan a la vez.
¡Oh danza! tus acentos
reaniman mi existencia;
tu lánguida cadencia
me inspira pensamientos
de amor y de placer:
y la gentil cubana
de pie pulido y breve,
y de cintura leve,
que se columpia ufana
pienso a tus sones ver.
Pienso mirar su cuello
a tu compás doblarse,
sus párpados cerrarse,
alzar el rostro bello
bañado de expresión:
o pienso que del piano
las teclas recorriendo,
te estoy ¡oh danza! oyendo
lanzar bajo su mano
gemidos de pasión.
Quien de cubano el alma
y los sentidos tenga,
no es dable, no, que calma,
ni que grave sostenga
llegándote a sentir;
que el más adusto ceño
tus sones escuchando
se mostrará risueño,
o tu compás callando
procurará seguir.
Ya exhales gemidora
de tórtola el arrullo,
ya imites el murmullo
de brisa halagadora,
ya un grito des de amor;
¡oh danza! me parece
que Cuba con sus palmas
a tu compás se mece,
y son de nuestras almas
tus ecos el clamor.
Ramón de Palma y Romay
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