EGO SUM
Ni tez de nácar, ni cabellos de oro
veréis ornar de galas mi figura;
ni la luz del zafir, celeste y pura,
veréis que en mis pupilas atesoro.
Con piel tostada de atezado moro;
conejos negros de fatal negrura,
del Ancón a la verde falda oscura
nací frente al Pacífico sonoro.
Soy un hijo del mar… porque en mi alma
hay -como sobre el mar- noche de calma,
indefinibles cóleras sin nombre,
y un afán de luchar conmigo mismo,
cuando en penas recónditas me abismo
pienso que soy un mar trocado en hombre.
Gaspar Octavio Hernández
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