A UNA GATA QUE MURIÓ
Oh Gata, te partiste
con prestísima planta,
para no volver más
ante quien te adoraba.
Tus idas y venidas
¡qué de sustos me daban!
Y mientras, tú sin miedo
corrías por la casa.
Al palomar derecha
vas al fin; y agarbada
acechas los pichones,
que anhela tu garganta.
Tus astutos contrarios
todos tus pasos marcan,
que de la cazadora
pretenden hacer caza.
con prestísima planta,
para no volver más
ante quien te adoraba.
Tus idas y venidas
¡qué de sustos me daban!
Y mientras, tú sin miedo
corrías por la casa.
Al palomar derecha
vas al fin; y agarbada
acechas los pichones,
que anhela tu garganta.
Tus astutos contrarios
todos tus pasos marcan,
que de la cazadora
pretenden hacer caza.
Pero tú no desistes,
pues quisieras con ansia
a todas las palomas,
al aspirar, tragarlas.
Tiernos pichones buscas,
y muerte cruel hallas;
¡contentáraste, necia,
con tu vianda ordinaria!
¡Maldito el manjar sea
que el apetito halaga
si en el plato escondida
está nuestra desgracia!
Ibn al Alaf al Naharvany
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