A DIOS
Tú eres el dueño, el mundo es tu plantío.
Tú eres quien siembra, el hombre es tu simiente.
El que quieras, yo soy humildemente,
florecido rosal o espino umbrío.
Pódame a tu placer, ¡oh, Señor mío!
Míname en mi raíz, hiere mi frente,
no me riegue la nube ni la fuente,
dame por primavera el seco estío.
Mas cuando el campo a la cizaña vea
de tu segur caer al filo agudo
y en haces ya para su fin postrero,
el día de tu siega, haz tú que sea
un grano yo, siquiera el más menudo,
del trigo que se guarde en tu granero.
José Antonio Calcaño
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