SONETO
Antonio, si los peces sumergidos
en el centro del mar, para escucharos
sacan las frentes a los aires claros,
y a vuestra viva voz prestan oídos.
Los que vivieren de razón vestidos,
y más quien por la patria debe amaros,
a la armonía de estos hechos raros,
¿qué mucho que suspendan los sentidos?
Ya con el Niño Dios, José segundo
parecéis en los brazos, y él se ofrece
en figura de amor. ¡Qué amor profundo!
Tanto se humilla, y tanto os engrandece,
que porque parezcáis tan grande al mundo,
Dios tan pequeño junto a vos parece.
Ana de Narváez
No hay comentarios:
Publicar un comentario