SONETO
Dorada isla de Cuba o Fernandina,
de cuyas altas cumbres eminentes
bajan a los arroyos, ríos y fuentes
el acendrado oro y plata fina;
Si el dulce canto y música divina
de aquel que vio las infernales gentes,
las peñas suspendió tan diferentes,
y movió a compasión a Proserpina;
Con cuanta más razón, Isla dichosa,
estáis vos dando al orbe admiración
con este nuevo Homero y fértil yedra.
Pues su dulzura os hace más famosa
que aquella a quien la lira de Anfión
hizo los muros de ladrillo y piedra.
Lorenzo Laso de la Vega y Cerdá
No hay comentarios:
Publicar un comentario