SOLEDAD
¿A qué tan dulces horas
traer al corazón, Leonor altiva,
si el sol de esas auroras
ya pasó como lumbre fugitiva?
Callada está la ola
del blando río; el aura no despierta;
y mi alma está sola;
y la tuya, Leonor, la tuya, muerta.
Mira el bosque, sombrío;
mustio el ciprés; fatídica la nube;
y tu suspiro frío,
como esa niebla que del lago sube.
De tanto amor abrigo,
allí está -¿no la ves?- seca la palma
que fue mudo testigo
del amor de tu alma y de mi alma.
¡Iris de mil colores,
qué espléndido brillaste una mañana!
Te fuiste con sus flores
y entre sus orlas de zafiro y grana.
Todo sobre la ola
pasó, del tiempo, con tu amor y el mío;
y mi alma está sola;
y está, sin ti, mi corazón vacío.
Francisco Guaicaipuro Pardo
No hay comentarios:
Publicar un comentario