796-Jacinto Sala



LA ALONDRA

Caminito del cielo
iba la Alondra
modulando contenta
divinas trovas:
-Sube, -gritóla un ángel,-
sube, avecilla,
y darás al Eterno
tus armonías.
Verás como estos campos
del Paraíso
tienen para los pájaros
grato atractivo;
no hay mortífero plomo,
ni Halcón aleve,
ni rudas tempestades,
ni falsas redes.
Aquí todo es hartura
y blandos sones,
ambrosía y perfumes,
luces y flores.
Ven presto a las alturas,
ven, avecilla,
y da a Dios por ofrenda
tus melodías.
Cuando el ángel le dijo
tales palabras,
distraída la Alondra
no le escuchaba;
en la tierra sus ojos
tenía fijos,
y la atraía a ella
potente hechizo.
Era la luz brillante
del espejuelo,
que la cegaba ardiente
con sus reflejos.
De pronto el ave cesa
en sus cantares;
abandona el espacio;
su vuelo abate;
y cuando el embeleso
alcanza alegre,
en sus pérfidos lazos
halla la muerte.

Huid la tentación, almas
de noble vuelo;
no dejéis el camino,
si vais al cielo.

Jacinto Sala

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