824-Vicente Martínez Colomer



AL NIÑO JESÚS

No sé, Niño Hermoso,
que he visto yo en ti,
que no sé que tengo
desde que te vi.

Tus tiernas mejillas
de nieve y carmín,
tus labios hermosos
cual rosa de abril,
tu aspecto halagüeño
y el dulce reír,
tan profundamente
se han grabado en mí,
que no sé que tengo
desde que te vi.

Si acaso algún día
me atrevo a salir
al ameno prado
por me divertir,
doquiera que mire
te miro yo allí;
y entonces de nuevo
comienzo a advertir,
que no sé que tengo
desde que te vi.

Cuando por la noche
me llego a dormir,
al punto en mis sueños
te veo venir,
los brazos extiendo
por asirme a ti,
mas quedo burlado,
y digo entre mí:
que no sé que tengo
desde que te vi.

Mi pecho, que ha sido
cual bronce hasta aquí,
tu luz ardorosa
no puede sufrir:
el alma se exhala
cual aura sutil,
y yo de tal suerte
me siento morir,
que no sé que tengo
desde que te vi.

Vuelve, Niño amable,
tu rostro hacia mí,
dame que yo viva
sólo para ti;
dame que en tu gracia
yo acierte a morir,
para que así pueda
por siempre decir:
que no sé que tengo
desde que te vi.

Vicente Martínez Colomer

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