LA CABRITA Y EL LOBO
Con halagos y mimos,
un lobo fiero
fingiéndose tan manso
como un cordero,
de una cabrita
logró conquistar toda
la simpatía.
Es un mísero viejo-
llena de lástima,
decía al ver al lobo
la pobre cabra-
y yo no veo
que haya motivo para
tenerle miedo.
Siempre que iba la cabra
por allí cerca
de donde aquel tenía
su madriguera,
fino y amable,
salía a darle el lobo
las buenas tardes.
Contábales aventuras
maravillosas
y a la cabra encantaba
con sus historias;
y le ofrecía
algún sabroso ramo
por despedida.
Una tarde, la cabra,
siempre inocente,
a ver a aquel amigo
fue, como siempre,
y, ¡ay!, en sus garras
expiró aquella tarde
la pobre cabra.
Padres, buenos cristianos,
tened gran cuenta,
que hoy hay lobos que buscan
a la inocencia.
Y astutos tratan
de matar en los niños
la fe del alma.
Carlos Frontaura y Vázquez
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